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22/02/2016
Los buenos lectores no se construyen por imposición. Se construyen por pasión. Y esa pasión hay que transmitírsela, en primer lugar, desde casa. El cuentacuentos y escritor Pep Bruno, un maestro de la narración oral, comparte en este artículo de la revista Ser Padres, algunos de sus secretos.
Estas son sus prácticas recomendaciones:
1. Elige bien la historia
Es importante buscar buenos cuentos y tratar de recuperar textos y cancioncillas de tradición oral. Pregunta a vuestra bibliotecaria, a vuestra maestra, al librero; consultad webs y blogs con criterio, etc.
2. Se breve
La capacidad de atención se cultiva. Cuando los niños son muy pequeños hay que contarles textos cortos; si pensamos que escucharían más, contamos otro cuento.
3. Cuenta con buen ritmo
Es bueno incluir canciones, poesías, retahílas y juegos y ritmos. Cuando son muy pequeños los sonidos son juegos, el ritmo es una fiesta. Cuando somos adultos, también.
4. Se pasan páginas, no se teclea
Olvidaos de vídeos, deuvedés, cedés... este instante va a ser de honda emoción e intimidad entre vuestros hijos y vosotros: lo que tú cuentas sabe a pan recién hecho. Cualquier otra cosa será pan prefabricado descongelado.
5. Inventa tus palabras propias
Hay momentos para leer cuentos en voz alta y otros para contarlos (sin libro). No descuides la lectura en voz alta (en compañía, poca cosa tan placentera), ni la narración pura, sin texto y sin imágenes.
6. Observa lo que cuentas
No leas por pasar el trámite, no cuentes un cuento de un minuto. Disfrútalo y hazlo de verdad. Una manera de saber que lo estás haciendo bien es que tú seas capaz de visualizar lo que cuentas (o lo que lees).
7. Solo palabras, sin más aderezos
No hace falta disfrazarse, ni poner voces, ni utilizar tramoyas ni nada especial, aunque si a ti te apetece hacerlo, adelante. Pero la palabra desnuda (sobre todo si se trata de un buen cuento) no necesita de nada más para brillar.
8. Sin pantallas (al menos al principio)
Evitad el uso (y abuso) de pantallas interactivas y videoconsolas en los primeros años. Ya se cansarán de estar frente a smartphones y ordenadores. Los niños no necesitan pantallas para jugar, necesitan calle, otros niños, tierra...