Los fragmentos de Alara

Hace poco descubrí que poseía la «Chispa», es decir, que soy un caminante de planos. Me llamo Ajani, soy un leonino y vivo en Naya. Yo y mi manada vivimos al lado del Acestro Divino, vamos que somos vecinos de un bicho enorme y titánico, al que todo el mundo respeta. La verdad, no sé por qué, pero el bicho ese inspira mucho respeto, además, todavía no se ha comido a nadie. A lo mejor porque nosotros también le inspiramos respeto.

Últimamente la jungla está muy ajetreada, la elfo Mayael y los suyos no paran.

Hace poco mi hermnao y líder de la manada Jazal partió en busca de Mayael, para preguntarle el por qué de tal ajetreo. Aunque en vez de regresar mi hermnao, Mayael nos hizo una visita. Al llegar, estuvo a punto de desmayarse, pues había venido corriendo, y ni siquiera iba a compañada de sus amigos los druidas.

Al presentarse ante mí (de momento estoy al mando), la noté muy alterada, y eso era mala señal, pues el elfo siempre muestra un semblante tranquilo.

– Traigo… malas noticias-, dijo entre jadeos- Ajani, tu hermnao ha desparecido, y el Ancestro ha caído en un profundo letargo.

Me quedé de piedra. Agarré mi hacha doble y reuní a algunos hombres y partí con Mayael hacia su campamento.

Al llegar, vimos que en el campamento no había nadie… Solo un demonio enorme, al que Mayael reconoció:

– Sedris, ¿qué haces aquí?- siseó.

– Robar tu maná- respondió, con voz gutural- ya sabes, Grixis está falto de energía.

Y en efecto estaba robando maná, pues los árboles de los alrededores se habían marchitado. Entonces corrí y corrí hacía la guarida del ancestro Divino. Cuando llegué, le grité y grité «despierta, despierta». la voz me salió del alma, por eso me escuchó y despertó con un poderoso rugido, se erigió y acudió al campamento, furioso.

En el campamento las cosas no iban bien, pues Mayael y Jazal (también estaban allí), yacían en el suelo, sin sentido. Y Sedris iba a acabar con Naya, hasta que llegó el Ancestro, y, gracias al factor sorpresa, le dió una buena tunda, a ver si así aprendía a no robar.

FIN

Javier

Los fragmentos de Alara

En un tiempo lejano, Alara fue fragmentada. Yo vivo en Naya. Naya es un lugar lleno de vida. Tiene árboles, plantas y todo está un poco húmedo (en resumen, vivo en una selva tropical).
Yo me llamo Silvestre, tengo el pelo de color verde pistacho, pero cambia el tono según el humor que tengo. Mis ojos son de color caramelo. Mi tez es color porcelana (¡he dicho de color porcelana, no que sea porcelana!).
Mi padre se llama Corazón Tenaz. Tiene el pelo oscuro y ojos verdes. Su tez es de color bronceado.
Mi madre se llama Acaicia. Tiene el pelo verde oscuro y ojos almendrados. Su tez es pálida de color blanco.
Como os he dicho, Alara fue fragmentada en cinco reinos: Bant, Esper, Grixis, Jund y Naya.
Mi padre me ha contado un millón de cosas. A mí me fascina Bant, con todos los arcángeles surcando el cielo.
Yo, interesada por todo lo que mi padre me había contado, decidí ir a explorar el reino de Bant. Mi padre me dijo que si lo hacía,  a mi madre le rompería el corazón.
-Volveré pronto. No hay de que preocuparse- le dije.

El día en que me disponía a marcharme, me encontré a un elfo llamado Sombrío. Tenía el pelo verde y una mirada seria.
– ¿Eres Silvestre?- me preguntó.
– Si- respondí un poco asombrada.
– Bien. Sígueme.
Yo le seguí. Sombrío me condujo a una casita y entró.
Al principio dudé pero al final seguí y entré.
– Bien, ahora podemos hablar.
Sombrío me dijo que era mi hermano.
– Pero ¿cómo es que no lo sabía?
– Porque me llevaron lejos de este mundo- fue su respuesta- De todas formas, ¿a dónde vas?
– Me dirijo a Bant.
– Ah. Entonces te acompaño.
-¿Por?
– Yo también quiero ver Bant.

A la mañana siguiente, Sombrío y yo partimos.
Al llegar a la puerta que conducía al reino de Bant, Sombrío abrió la puerta y entró. Yo le seguí, curiosa. Al cruzar la puerta, ví un montón de arcángeles surcando el cielo. Al pasar una arcángel llamada Luminosidad nos recibió.
Luminosidad tenía unas alas blancas y suaves, el pelo rubio y ojos azules.
Luminosidad nos enseñó Bant y nos explicó cada cosa. Entonces dijo:
– Enseñadme Naya.
– ¡Eh!
– Si, quiero ver Naya.
– ¿Seguro?- preguntó Sombrío.
– Si- respondió Luminosidad.
Volvimos a la puerta que ahora conducía a Naya. Estábamos en Bant y la atravesamos.
A Luminosidad le encantó Naya, pero le disgustaba que estuviese húmedo pues eso le mojaba las alas.
Al despedirse Luminosidad nos regaló una pluma de sus alas. Nosotros en cambio le regalamos una flor tropical.
FIN
Maite

Esper, Naya, Grixis, Bant y June

En Esper predomina el maná azul, por lo tanto, es un mundo de agua. En este mundo las criatura más vista son los Vedakens, los Magos y los Leviatanes pero también hay otras criaturas que usan mucho los enigmas, que son las Esfinges.

En Naya predomina el maná verde, por eso es un mundo salvaje y con mucha vida. En este mundo las criaturas más vistas son los Elfos y los animales.

Estos mundos no se llevan muy bien pero los dos querían lo mismo que son los fragmentos de Alara.

Los fragmentos de Alara son cinco: el agua de Esper, el fuego de June, el de la naturaleza en Naya, el de la muerte en Grixis y las aves en Bant.

Cada mundo tiene sus fragmentos pero le faltan los de los demás mundos.

Entonces Esper, Bant y Naya se aliaron para conseguir cada uno un poco de fragmentos de Grixis y June. Se hicieron un ejército y muchas armas.

Grixis y June se enteraron de que los tres mundos se aliaron y les iban a atacar, por lo tanto ellos también se aliaron.

Los primeros que atacaron fueron Naya, Esper y Bant y claro June y Grixis ya estaban preparados y por eso se formo una guerra.

Estuvieron mucho tiempo peleándose hasta que hubo un ganador que fue… Esper, Naya y Bant.

Cada mundo se llevó un cuarto de June y Grixis y así se quedaron contentos.

Fin.

Ángela.

Fragmentos de Alara: Naya y Grixis

Hola, me llamo Traner, soy un elfo. Vivo con mi familia en una pequeña choza que edificamos entre dos árboles.

Era un día un poco diferente a los demás aunque yo no lo sabía.

– Mamá me voy de caza, llegaré dentro de una o dos horas- no hubo respuesta.- Bueno, estará durmiendo.

Cogí mi arco y empecé a buscar algún conejo, o un zorro. Odiaba tener que matar animales, pero todavía no podía coger plantas, pues no las diferenciaba y podían ser peligrosas.

Corría entre los árboles, un conejo se cruzó en mi camino y empecé a seguirlo, iba a atraparlo pero algo en mi instinto me dijo que no debía seguir. Me dí la vuelta y corrí hacia mi casa. Desde por la mañana me había parecido que algo malo iba a pasar.
Cuando llegué a mi casa subí al cuarto de mi madre, a ver sí ya estaba despierta, pero lo que vi me dejó horrorizado.

Mi madre mostraba quemaduras superficiales por todo el cuerpo. Sedris estaba a su lado observando como el cuerpo de mi madre se convulsionaba espantosamente. Sedris se giró hacía mí, entorno los ojos y noté que mi cuerpo se estremecía de horror y luego Sedris se echó a reir.

– ¡Ja, ja, ja…! ¿Qué me vas a hacer?- preguntó Sedris burlándose de mí.

– No sé a que has venido, ni por qué pero te recomiendo que te vayas.- Intenté parecer lo más seguro posible, pero no sonaría lo suficientemente convincente porque Sedris se puso  a reírse. Salí corriendo y corrí hacia la casa de Mayael, una elfa de una hermosura indescriptible, y que tenía por apodo Mayael del Ánima.

– ¡Hola Mayael! mi voz delataba que algo malo ocurría, así que Mayael decidió acompañarme para derrotar a Sedris.

Cuando subimos a la parte de arriba de la casa me estremecí porque mi madre mostraba más quemaduras que antes. Mayael levantó la mirada y gritó algo como:

¿HATHANDER MENTHER!- Sedris levantó la mirada y luego abrió los ojos como platos. Se hizo un ovillo en el suelo y luego hubo una explosión.

También me acuerdo de mucha gente felicitándonos, pero no veía a mi madre, hasta que escuché una voz que decía:

– Traner, ven hijo mio.- Entonces la multitud dejo paso a mi madre. Contemplé que todavía mostraba algunas de las quemaduras. Me contó que Sedris quería absorver el maná de toda Naya, pero Mayael le frenó.

Dicen que yo le ayudé pero no me acuerdo.

Fin.

David.