Excusa para no ir al cole después de Navidad

Dos días después de que vengan los reyes, tenemos  que ir al cole otra vez, lo cual es inviable, porque no nos da tiempo ni a abrir nuestros regalos. No sé si es que sus majestades vienen demasiado tarde o que el cole empieza demasiado rápido, pero sea lo que sea no estoy dispuesto a aceptarlo, por lo que ideé esta excusa:

Cuando mi madre viene a despertarme, yo ya estaba despierto, y antes de que entrara por la puerta de mi cuarto, le dije:

-Hoy no puedo ir al colegio…

-¿Por qué?- me corta ella.

dormir

-Pues, por qué crees, porque no me ha dado tiempo de jugar con las cosas que me han regalado, por culpa de la comida familiar de ayer- le respondo indignado.

-¡Pero si ayer te quedaste aquí todo el día, y no fuiste a la comida caradura!- <Oh, oh código rojo, parece que la falta de sueño me está afectando al cerebro> pienso yo <tengo que pensar otra cosa…>

-Pero ya sabes que el Lego está a medio montar, y si viene la limpiadora y recoge las piezas sueltas seguro que me las pierde- respondo, desesperado por no ir al colegio en un día tan especial para mí.

-¡Anda, anda! Que tienes mucho cuento, si ya sabes que la limpiadora viene los lunes y hoy es martes, así que vístete y derechito al colegio.- Dicho esto se da la vuelta y se va a preparar  el   desayuno.

¡¡¡Nooo!!! Mega-fracaso  de primera. La próxima vez tendré que hacerlo mejor… pero aún me queda un último recurso…

-Ooohhh, dolor, mira mi dedo- le exclamo a mi madre (me acabo de quitar la tirita de mi dedo y el corte que tenía me ha empezado a sangrar a borbotones [yo he puesto de mi parte])- me desangro…

-Anda, anda,” que tienes más cuento que Calleja”- y acto seguido me limpió la herida, me puso una tirita nueva (después de todo no era para tanto).

Tiempo más tarde, en la parada del autobús, y después de un rato esperando, mi madre mira el reloj  y dice:

-¡Pero mira la hora que es! Ya no llegamos, y el coche está en el taller, vaya, tendremos que quedarnos en casita.

-¡Qué pena!- le respondo con mucha, pero que mucha ironía… ji, ji, ji.

Por Javier Horcajadas.

Mi mascota Jarana. Aina

Mi mascota imaginaria, es una  yegua haflinger, llamada Jarana.
Tiene las crines de un color blanco, el pelaje de un color anaranjado, Jarana está muy fuerte, de galopar a menudo, saltar… Pronto voy a poder competir en las competiciones de salto.
Es muy fiel a mi y a todos, es una yegua fantástica, no hace falta que le silbe para que venga, tan solo tengo que frotar las manos y si está muy lejos se acerca galopando, y si está cerca viene al paso.
Cuando salto con ella, me siento libre, y Jarana no para de dar vueltas para volver a saltar, es su cualidad.
A veces cuando vamos a la playa, por las tardes la preparo y me voy a la playa a montar ,es muy bonito galopar por la playa, con el atardecer.
Cuando hay eclipse lunar Jarana se comporta como una humano fiestera, a eso viene su nombre.

Mi mascota R5D2 (Javier S)

A mi me gustaría tener una mascota parecida a R2D2 (el robot redondito y cabezudo de la Guerra de las  Galaxias). Se llamaría R5D2 (que es la fecha de mi cumple -05/02) y sería un robot ayudante, que me ayudaría a Reparar cosas, hacer los deberes (je je) me haría recomendaciones para elegir cartas Magic. . . en fín sería un ayudante todo terreno!, claro que lo que de verdad me gustaría sería tener una mascota medio perro/medio gato, pues tendría cuerpo de gato (atigrado naranja, con algunas motas blancas y pelo tirando para largo) y mentalidad de perro (tipo Milú) pero con un ramalazo de gato. . . ¿por qué? pues porque me gusta más el aspecto de los gatos, pero a veces me parecen un tanto fríos, por eso mi mascota sería tan simpático como un perro.

Mi mascota preferida. Andrés

Para mi la mascota perfecta sería un ser cariñoso, de suave y sedoso pelaje color blanco azulado que adquiere matices turquesa, bajo la luz de la luna llena. Estoy hablando de un bello unicornio, con el que desearía pasar todo mi tiempo cabalgando sobre su lomo, desearía con toda mi alma que fuera un ser libre, pero sé muy bien que si un ser así viviera no duraría mucho tiempo a mi lado, ya que sabiendo lo ambiciosa que es la gente, lo matarían y explotarían su bello pelaje para hacer bonitos abrigos y usar su cuerno para hacer caros abalorios.

Una parte de mi prefiere que siga siendo un ser imaginario y que sigua siendo fruto de mi imaginación para que no sufra y acabe extinguido por nuestra culpa.

Hansel, Grettel y el Gato con botas

Érase una vez unos críos como vosotros que iban caminando por el bosque, su madre no se preocupó en absoluto ya que esto lo hacían a menudo, así que la madre se durmió en el sofá de plumas mientras el padre cocinaba guisantes.

Los niños, llegaron a un punto del bosque tan adentrado que ni el sol podía verse en ese sitio, era en el que se rumoreaba que vivía un viejo y feo brujo que lo llamaban el rey de las chuches ya que decían que tenía una fábrica de chuches en la casa y además su casa era de chuches de todo tipo, incluso había chuches de todos los sabores a la vez, eran riquísimos. A todo el mundo le encantaba esa casa tanto que se la comían entera a excepción de los muebles. Las personas que se habían comido la casa, estaban tan llenos que tenían que sentarse y echarse una siesta para descansar, entonces, el brujo los cogía, los metía en su gran olla plateada, encendía un fuego debajo de la olla y hacía un potaje de personas para cenar.

Este potaje era el favorito del brujo ya que las personas sabían a chucherías. Los niños no sabían nada de eso porque nunca lo habían oído, por suerte para ellos, toparon con el Gato con botas que les advirtió que era una mala idea ir más adentro del bosque ya que ahí se encontraba la casa de chuches del brujo. Los niños se dieron cuenta del olor a chuchería y se dieron cuenta de que lo que el gato decía era cierto. El gato les dijo a los niños que lo siguieran, y así lo hicieron, el gato se metió en una cueva en la que los niños no cabían así que les dirigió a la casa de un amigo suyo llamado Shrek. La casa de Shrek era una ciénaga por lo que los niños, no pudieron dormir por el tremendo mal olor.

A la mañana siguiente, el gato con botas y sus nuevos amigos Hansel y Grettel partieron a sus casas, pero ninguno de los dos la encontró, así que decidieron reunirse de nuevo para encontrar refugio. Tras varias horas de andar por el bosque sin rumbo alguno, se encontraron con dos espadas; la primera espada tenía inscrito el nombre de Hansel y en la segunda espada ponía Grettel. El gato con botas supo que deberían luchar contra el mago. El gato enseñó a los niños a manejarse con la espada ya que para hacer que el feo brujo se fuese, deberían cortar la cuerda que servía para sujetar la gran olla plateada donde hacía esos ricos potajes. Los niños, ya con una gran habilidad para manejar la espada, salieron al ataque: primero, se comieron la casa hasta quedar llenos, pero como eran tres personas, no les surgió efecto tanta chuche. El brujo asustado, intentó atrapar a los niños pero el gato con botas los defendió. El plan era que el gato entretuviese al brujo y mientras, los niños cortaban la cuerda. Todo salió como planearon. El brujo se fue de allí y todos se quedaron a vivir en la casa de chuches del mago.

Y TODOS FELICES, COMIERON CHUCHES

Por Agustín.