Un día en el cole. 3ª parte

Me lancé hacia los bicharracos enormes y monstruosos que parecían poder mover los pilares de Notre Dame. Todo ocurrió muy rápido; mi compañero hizo estallar en llamas a su adversario, y yo, pues bueno, ya sabéis…

Como nos venía de perlas, subimos las escaleras hacia las aulas de infantil. Allí, nos metimos en una clase que tenía vistas al patio; allí un personaje con el pelo pincho se había atrincherado en una esquina y chutaba balones con una potencia y velocidad descomunales. Mientras que otro, en la puerta del aulario, lanzaba lápices a reacción y se parecía mucho a Tintín.

Entonces pensamos: «si en el patio no estaba el jefe de aquella «marabunta», ¿dónde estaba?»

Exacto, en el jardín. La forma más segura de llegar sería atravesando la casa.

Cuando nos encaminábamos, escuchamos a alquien en una de las clases hablando en un idioma parecido al inglés, y que explicaba algo similar a mis deberes de inglés, lo cual hacía enloquecer a los monstruos, puesto que algunos se tiraban por la ventana.

CONTINUARÁ…

JAVIER.

Un día en el cole. 2ª parte

Más no pudo terminar porque al escuchar unos alaridos atronadores, nos dijo:

– Esperad aquí, y no os mováis; y dicho esto cogió, y con dos bolas de fuego en las manos, salió de la habitación.

Mientras tanto, nosotros dos nos quedamos mirándonos el uno al otro, y así al final nos quedamos mirando nuestros bolígrafos (casualmente los teníamos en la mano). A mí siempre me han gustado la astucia y la agilidad élficos, por eso pensé con todas mis fuerzas en una espada élfica, y mis dos «bolis» se transformaron en dos espadas curvas idénticas, mientras que a mi amigo se le veía ahora con un espadón de fuego enorme.

– No ha estado mal-, dijimos al unísono. La verdad, si fuesemos listos, nos hubieramos quedado en el rinconcito, pero a mí no me miréis, pues fue David el que salió primero, con un terrrible grito ensordecedor.

Pensé «se va a matar», pero bueno, no podía dejar que él se llevase toda la gloria de una muerte honorosa, ¿no? De modo que respiré hondo y…

CONTINUARÁ…

JAVIER.

Un día en el cole

Los días en el cole están bien: juego y estudio. Que sí, que no, bin, ban, si, normales. Hasta que un día cambió todo, y ¡toma!, fuera normalidad. Y…, bueno, tan solo hace unos días de eso, pero… ahí va:

Un día en el cole, a las once menos cuarto, nuestros «profes» dieron la alerta de que la puerta principal había estallado en pedazos por un extraño fogonazo, o por los menos, eso oímos David y yo, que volvíamos del baño en dirección a clase.

Cuando íbamos a abrir la puerta, por la ventana trasera vimos la clase vacía, a excepción de nuestra profesora, que tenía pinta de haber hecho algo importante. Cuando nos vio, maldeció por lo «bajini» y caminó hacia nosotros, nos cogió de la mano y nos condujo hasta el baño. Allí, en un rincón, se acuclilló junto a nosotros (seguramente pareceríamos dos cachorros asustados), suspiró, y susurró:

– Bien, es el momento,-ahora hablaba más alto- os preguntareís el por qué de algunas cosas, como por ejemplo por qué  la mitad del tiempo que estaís aquí tenéis clases normales y la otra mitad clases rarísimas…-

Y así estuvo media hora explicándonos que poseíamos el don de la magia, que la mitad rara de las clases eran, sin saberlo, de magia egipcia, que todos los «profes» eran magos, que nuestros «bolis» eran báculos mágicos, y cosas así. Vamos nada, nada.

CONTINUARÁ…

JAVIER.

El caballero de la armadura oxidada

Ficha bibliográfica:

Título: El caballero de la armadura oxidada

Autor: Robert Fisher

Editorial: Ediciones Obelisco

ISBN: 9788497772303

Idioma: Castellano

Año: 2005

Páginas: 108

El libro nos cuenta la historia de un caballero que vive obsesionado con demostrar que es bueno, amoroso y generoso. Este caballero tiene una hermosa esposa llamada Julieta y un hijo llamado Cristóbal. Llevaba tanto puesta su armadura que su familia ya casi no lo reconocía, un día su esposa se hartó y le dijo que se la quitara, él ante la posibilidad de que ella le abandonara con su hijo decidió quitársele, pero no pudo. Primero intentó que se la quitara el hombre más fuerte del reino pero por mucho que lo intentó no pudo, tras estar un tiempo en el castillo decidió marcharse para buscar a su rey, él no estaba allí, pero en su lugar se encontró con un bufón que le dijo que la única persona que podía ayudarle se llamaba Merlín y vivía en los bosques.

Tras un largo tiempo caminando solo y perdido encontró a Merlín, este le ayudó a recuperarse (pues había hecho un largo camino y se encontraba medio muerto). Tras pasar allí un largo tiempo empezó a sensibilizarse y escuchar a los animales, decidió que tenía que irse de allí pero su familia no lo quería, pero debía quitarse esa armadura, aunque no fuera por ellos, sino por sí mismo. Merlín le propuso para esta misión que recorriera el sendero de la verdad y que dejara el de la mentira, que es el que había recorrido hasta ahora. Le dijo que cuando llegará a la cima de la montaña que estaba tras ese camino se liberaría de su armadura. En ese camino se encontraría con tres castillos: El del Silencio, el del Conocimiento y el de la Voluntad y la Osadía. Durante su camino le acompañarían una ardilla y Rebeca, una paloma…

Chistes, adivinanzas, trabalenguas y colmos

Chistes:

*Este es un hombre que le dice a otro:

Hola, ¿te llamas Pepe?

No, pero tengo una moto.

*Mamá serpiente ha comprado un regalo para el cumpleaños de su hijo, tan impaciente le dice:

Mamá, ¿me ayudas a abrir el paquete?

¡No quepo en la piel de gozo!

 

Adivina:

Una cosa quisicosa,

cruza el río y no se moja.

Mi madre me hizo una casa,

sin puertas y sin ventanas,

y cuando quiero salir,

antes rompo la muralla.

Doce hermanitos somos,

yo el segundo nací:

si soy el más pequeñito,

¿cómo puede ser así?

Trabalenguas:

A Cuesta le cuesta subir la cuesta,

y en medio de la cuesta,

va y se acuesta.

¿Parará papá?,

¿parará Pepín?,

¿parará?

 Colmos:

¿Cuál es el colmo  de los colmos?:

vivir en la capital de Suecia.

(Estocolmo)

¿Cuál es  el colmo de un boxeador?

Que su fruta preferida sea la piña.