La vida en el bosque, 3ª parte

Esas sensaciones que sientes al penetrar en la túpida foresta de un bosque, no son como tú piensas, producto de la imaginación, sino curiosos duendes o enanos. Si tienes suerte de que no te pille un pixies, criaturas caníbales que se alimentan de carne humana, o todo lo que se encuentren, menos plantas.

Comenzaré hablando de los primeros, los duentes. Criatruas muy pequeñas con la capacidad de andar por cualquier terreno, además, corren mucho.

Al igual que los elfos tienen unas puntiagudas orejas. Son solitarios, la mayoría de ellos viven en preciosas casitas, situadas en lo más alto de los árboles.

Tienen un gran parecido con los humanos, pero son mucho más pequeños y visten con hojas dobladas con mucha precisión.

 El momento en el que puedes ver a uno, es en invierno cuando sus hogares quedan al descubierto y sus vistosas hojas del otoño se diferencian con claridad.

Por otro lado los enanos tienen una gran sociedad en el bosque y son las criaturas más parecidas a nosotros, que podemos encontrar, excepto por el tamaño.

Estas criaturas siempre están preparadas para el combate. Algunas tienen fuertes armas letales, como hachas forjadas en bronce celestial o indestructibles espadas, que la naturaleza les proporciona.

Ellos están vestidos con trozos de tela que encuentran de un ataque de las prixies, seres de los que otro día hablaré. En su juventud ya empiezan a desarrollar su calva, por no hablar de su enrredadiza y larga barba.

Estas rechonchas y pequeñas criaturas pueden haceros pensar que no os van a  hacer nada, pero si os encontráis alguno de ellos, solo os puedo decir una palabra: «suerte».

ANDRÉS.

La vida en un bosque, 2ª parte

Siempre cerca del árbol mítico hay una serie de elfos que quieren transmitir contacto con la naturaleza o relajarse.

Tenemos una imagen muy equivocada de lo que son los elfos. Creemos que son esas pequeñas criaturas que saben volar, pero todo lo contrario, son criatruas de dos metros y medio, su color de piel es un tono entre azulado y verde, sus brillantes y vivaces ojos son de color madera castaño o verde, como el reluciente pasto que crece entre la foresta, e incluso algunos poseen unos ojos del color que adquiere el follaje de un roble cuando está en otoño. Sus largas y portentosas melenas son de un color cobrizo como el trigo y su cuerpo verde, robusto, atlético, musculoso pues no hay nada que objetar.

Además esa imagen de criatura inofensiva y cariñosa es totalmente mentira, son seres a los que como les faltes el respeto sacan una daga de su cinturón y ya no cuento más.

Esas orejas puntiagudas no lo son tanto como cuentan, bueno al fin y al cabo, no somos tan diferentes a ellos, salvo en los cuernos.

Las criaturas más próximas a ellos son los elementales, seres compuestos de polvo, hojas o incluso pétalos de flores. Por no mencionar los tres más básicos: los de la tierra, los del agua y los del viento. No tienen forma, además pueden adoptar la que ellos quieran o las que la madre tierra les proporcione. Van y vienen, aparecen y desaparecen, cuando ellos quieran.

Hablan con el silvido del viento y su función en un bosque es proteger las partes dañadas de él. Algunos dicen que son las almas de los árboles pidiendo ayuda.

ANDRÉS.

La vida en un bosque

En todos los bosques del planeta, los pocos que quedan, viven una serie de extrañas criaturas. El murmullo de las hojas al mecerse con suavidad, gracias al viento, puede que no sea tal. Esa gran mariposa que despliega sus bellas alas puede ser una pequeña hada. Esos matorrales que se mueven y pensamos que son jabalíes o lagartijas, tal vez sean curiosos elfos o enanos, pero nunca nos atrevemos a mirar.

Ese animal que se cruza con fuerza ante nosotros cuando estamos maltratando el bosque, puede ser un elemental mandado por el rey del bosque el árbol más longevo de todos, se cuenta que ese árbol desprende una gran energía. La fuerza de la vida.

ANDRÉS.

Los lobos de Willougby Chase

En este mes de marzo, el día 29 tendrá lugar la tertulia literaria sobre este fantástico libro.

Es un libro que es muy ameno de leer y cuyo argumento te atrapará.

Aquí os dejamos su argumento y ficha técnica.

Título: Los lobos de Willoughby Chase
Escritor:  Joan Aiken
Traductor:  Elena de Grau Aznar
Editorial: Salamandra
Colección: Narrativa joven
Ciudad: Barcelona    

Año: 2010
Nº pág.: 186
ISBN: 978-84-9838-296-9

ARGUMENTO:

Los lobos de Willoughby Chase de Joan Aiken:

Cuando sus padres emprenden un largo viaje y la dejan a cargo de una institutriz en la enorme mansión de Willoughby Chase, la vida de Bonnie cambia radicalmente. La señorita Slighcarp no tarda en mostrar su peor cara, haciendo y deshaciendo con la única intención de enriquecerse a costa de los Willoughby. Fieles sirvientes despedidos, valiosos muebles vendidos, caos, desvarío, confusión… Sin embargo, lo peor está por llegar: Bonnie y su tímida prima Sylvia acaban vestidas con harapos en un siniestro orfanato, un lugar aún más temible que los lobos que proliferan en la zona. Pero, aunque parezca que el mundo se ha vuelto del revés, se vislumbra un atisbo de luz que tal vez les permita escapar de esta pesadilla y luchar por liberar Willoughby Chase de las garras de la infame señorita Slighcarp y sus secuaces.

«Una obra maestra […] una lección de las virtudes que debe poseer un clásico de la literatura infantil: encanto, un estilo propio, talento y la capacidad para crear un pequeño mundo sin ser condescendiente con los lectores más jóvenes.» Time

ASÍ EMPIEZA

Era el anochecer de un día de invierno. Blanca y brillante, la nieve revestía la falda de las colinas, y en el bosque los carámbanos colgaban de los árboles. La nieve se amontonaba en la oscura carretera al otro lado de Willoughby Wold, aunque desde el amanecer centenares de hombres habían estado despejando el camino con palas y escobones. Envueltos en sacos de arpillera para resguardarse del frío glacial, habían trabajado en grupos por miedo a los lobos, más salvajes y temerarios debido al hambre. La nieve también había formado una espesa capa sobre el tejado de Willoughby Chase, una enorme mansión que se erguía en n promontorio en el corazón de la comarca.

Un día en el cole. Final

Al llegar a la clase de informática, nos inundaron unas notas musicales deliciosas provinientes de algún instrumento de aire.

Una vez que habíamos atravesado la sala, vimos en el pasillo, seguida de una senda de bichos malignos dormidos, a nuestra «profe» de música, Elena, tocando una flauta mucho más larga que una normal, y que me recordó a las flautas élficas. Pero ella no nos vio.

Cuando nos disponíamos a bajar las escaleras, miré por la ventana, y vi a Ana, la maestra de Arte en el patio, liderando de forma heróica un batallón de hombrecillos de arcilla, y entonces supe que teníamos que hacer algo por nuestro «cole».

Y así, de súbito, me vino a la cabeza la idea de que desde la ventana de la clase de música podríamos atraer al dominio jefe y así asestarle un «mamporrazo» mortal. Le expliqué mis planes a David, pero él me dijo que al bicharraco aquel no se le podía matar de un golpe. Tenía razón, de modo que pensé, y recordé el proverbio egipcio: «si conoces el nombre de las cosas, tienes poder sobre ellos». Le conté a mi «compi» mis nuevos planes, él asintió.

                             

Una vez en la ventana, nos dedicamos a pensar en el nombre del demonio, eso sí, después de observar la épica batalla entre el demonio jefe y Rosi, nuestra «dire», que ahora tenía pinta de Dumbledore.

¿Cuál podría ser?, hum.. Y entonces, se me ocurrió una idea: le pregunté a David, qué le parecía el día de hoy. Lo meditó mucho. Hoy había sido entretenida, pero el «cole» estaba a punto de ser destruido. De modo que me repondió:

– Un día aciago.- Asentí, y entonces, arrojé mis dos espadas al demonio, que le acertaron en el brazo. Este se encaró hacia nosotros, y dijo:

– Yo soy el Caos, y vengo a destruirlo todo.

– ¡Oh,encantador!- replicó David.

Mientras yo, con nervios de acero, le respondí:

-¡Yo te nombro por tu nombre secreto, Día Aciago, y te ordeno que te…- David terminó la frase.

-¡…vayas a la «m» y no vuelvas jamás! si no…- se crujió los dedos.

La verdad, su frase fue un tanto fuera de lugar, pero bastó como para finalizar el día más corriente en el cole.

FIN

JAVIER.