Mi mascota personal

Hola, me llamo Ángela y hoy me voy de excursión con mi colegio al escondite de los huesos. Ya lo sé, no suena muy bien, pero espero que esté chulo.

Todos  esperamos a que el director diga por el megáfono: «La clase de quinto puede hacer una fila para entrar en el autobús» y en este instante le dijo:

– Siempre cuando vamos de excursión cantamos unas canciones u otras según al lugar que vayamos. Por ejemplo, si vamos al campo: «En el campo entre las flores tra, lara, lara…»

En este caso íbamos al campo y cantamos esta canción.

Cuando llegamos al Escondite de los huesos vimos que era una cima en que la que había muchas cuevas, que según la profe medían cada una entre 1 km y 1 km y medio.

Empezamos a subir la colina. A la mitad ya estaban todos cansados menos yo. Ellos se fueron para el autobús y aproveché para esconderme en una cueva cercana. Cuando se habían ido empecé a subir para llegar a la última cueva y llegué. Me senté a descansar y a pensar cómo saldría de allí.  Me dí la vuelta y ¡¡bu!!

Yo me asusté mogollón cuando ví a un animal peludo más o menos de 50 cm, de color azul oscuro y con dos cuernecitos aún creciendo. Del susto caí colina abajo hasta que me choqué con un árbol. El monstruo me seguía y cuando llegó hasta donde yo estaba se puso a lamerme la cara. Al final me encariñé con él y le puse de nombre Manfort.

La profesora, ya de camino al cole, se dio cuenta de que yo no estaba en el autobús y llamó a la policía para que me buscara. Ya era de noche cuando llegó el coche de la policía. Escondí a Manfort en la mochila y entré en el coche de la policía.

Llegué a mi casa y me metí directamente en mi habitación. Abrí la mochila y empecé a jugar con Manfort.

Manfort es mi mascota personal.

ÁNGELA.

Adivinanzas

-Redondo soy

y es cosa anunciada,

a la derecha algo valgo,

y a la izquierda nada.

-Soy más de uno

sin llegar a tres,

y llego a 4

cuando dos me des.

-Puesto de una manera,

soy un número par,

pero paso a los nones

cuando la vuelta me des.

-En alto vive,

en alto mora,

en alto teje

la gran tejedora.

-No lo parezco

y soy pez,

y mi pieza se refleja

en una pieza de ajedrez.

-¿Cuál es el animal que tiene silla y no se puede sentar?

-Si me escribes bien

soy de la selva el rey,

si me escribes al revés

seré Papá Noel.

Lucía.

En la sabana

Hola, me llamo Elvira y me gusta mucho explorar, mi trabajo es explorar en la sabana.

El otro día explorando cerca de unos baobabs, vi algo en movimiento,parecía un animal normal y corriente, me acerqué poco a poco, hasta que llegué. Levante la mirada, y vi unas jirafas multicolores, como el elefante Elmer, el de los libros. Cuando me vieron no se asustaron ni nada, pero al fijarme bien en ellas, parecía que estaban tristes. Toqué a las dos jirafas con mis manos, y agacharon la cabeza. Y me fui de camino a casa y las jirafas me iban siguiendo. Al darme media vuelta, las jirafas hacían como si nada, y cuando volvía a andar, seguían ellas andando.

Era muy gracioso.

Les dejé que se quedaran en mi casa, y les puse nombres, una se llamaba Mili y la otra Pili, Mili era la más bajita y Pili la más alta.

Durante unas semanas, estuve explorando sobre estas jirafas. Aprendí que eran una especie en extinción.

-continuará-

Aina.

La vida en el bosque, 3ª parte

Esas sensaciones que sientes al penetrar en la túpida foresta de un bosque, no son como tú piensas, producto de la imaginación, sino curiosos duendes o enanos. Si tienes suerte de que no te pille un pixies, criaturas caníbales que se alimentan de carne humana, o todo lo que se encuentren, menos plantas.

Comenzaré hablando de los primeros, los duentes. Criatruas muy pequeñas con la capacidad de andar por cualquier terreno, además, corren mucho.

Al igual que los elfos tienen unas puntiagudas orejas. Son solitarios, la mayoría de ellos viven en preciosas casitas, situadas en lo más alto de los árboles.

Tienen un gran parecido con los humanos, pero son mucho más pequeños y visten con hojas dobladas con mucha precisión.

 El momento en el que puedes ver a uno, es en invierno cuando sus hogares quedan al descubierto y sus vistosas hojas del otoño se diferencian con claridad.

Por otro lado los enanos tienen una gran sociedad en el bosque y son las criaturas más parecidas a nosotros, que podemos encontrar, excepto por el tamaño.

Estas criaturas siempre están preparadas para el combate. Algunas tienen fuertes armas letales, como hachas forjadas en bronce celestial o indestructibles espadas, que la naturaleza les proporciona.

Ellos están vestidos con trozos de tela que encuentran de un ataque de las prixies, seres de los que otro día hablaré. En su juventud ya empiezan a desarrollar su calva, por no hablar de su enrredadiza y larga barba.

Estas rechonchas y pequeñas criaturas pueden haceros pensar que no os van a  hacer nada, pero si os encontráis alguno de ellos, solo os puedo decir una palabra: «suerte».

ANDRÉS.

La vida en un bosque, 2ª parte

Siempre cerca del árbol mítico hay una serie de elfos que quieren transmitir contacto con la naturaleza o relajarse.

Tenemos una imagen muy equivocada de lo que son los elfos. Creemos que son esas pequeñas criaturas que saben volar, pero todo lo contrario, son criatruas de dos metros y medio, su color de piel es un tono entre azulado y verde, sus brillantes y vivaces ojos son de color madera castaño o verde, como el reluciente pasto que crece entre la foresta, e incluso algunos poseen unos ojos del color que adquiere el follaje de un roble cuando está en otoño. Sus largas y portentosas melenas son de un color cobrizo como el trigo y su cuerpo verde, robusto, atlético, musculoso pues no hay nada que objetar.

Además esa imagen de criatura inofensiva y cariñosa es totalmente mentira, son seres a los que como les faltes el respeto sacan una daga de su cinturón y ya no cuento más.

Esas orejas puntiagudas no lo son tanto como cuentan, bueno al fin y al cabo, no somos tan diferentes a ellos, salvo en los cuernos.

Las criaturas más próximas a ellos son los elementales, seres compuestos de polvo, hojas o incluso pétalos de flores. Por no mencionar los tres más básicos: los de la tierra, los del agua y los del viento. No tienen forma, además pueden adoptar la que ellos quieran o las que la madre tierra les proporcione. Van y vienen, aparecen y desaparecen, cuando ellos quieran.

Hablan con el silvido del viento y su función en un bosque es proteger las partes dañadas de él. Algunos dicen que son las almas de los árboles pidiendo ayuda.

ANDRÉS.