Para mÃ, los dÃas lluviosos son los más tristes en los que no sé qué hacer. La verdad, es que parece ser que me afecta bastante.
Esa sensación de no poder ver el sol, me recuerda lo poco que apreciamos el amanecer de cada dÃa, sin saber siquiera lo importante que es.
Aunque tampoco, un dÃa lluvioso significa el fin del mundo. Porque no se puede tener todo lo que uno quiere, ya que sin lluvia el mundo serÃa muy distinto, y es que el verde que tanto me gusta, digo yo, que no serÃa tan verde.
Además, qué pasarÃa, si el aroma vivificante de un dÃa lluvioso en el campo, entre otros, el perfume que desprende la tierra mojada, atrajese a los seres de los corazones de los bosques más intrincados, y si dejasen ver sus puntiagudos rasgos, tan solo por un dÃa lluvioso. Aunque pienso que no nos deberÃamos hacer demasiadas ilusiones, porque digo yo que deberÃan poder olerlos a distancia. Pero si eso ocurriese, ¿yo estarÃa más contento en un dÃa lluvioso?
Lo que uno deberÃa hacer, es no deprimirse en un dÃa de lluvia, porque sin ella, todo serÃa distinto y agradecer que llueva. Ya que un dÃa lluvioso es la media naranja de un dÃa soleado, igual que el blanco y el negro, o lo sucio y lo limpio. Y es que los antónimos se necesitan unos a otros para existir, porque, ¿se puede limpiar algo si antes no está sucio? Además nosotros deberÃamos saber disfrutarlo todo.
Taller de Escritura: Javier