La vida en un bosque, 2ª parte

Siempre cerca del árbol mítico hay una serie de elfos que quieren transmitir contacto con la naturaleza o relajarse.

Tenemos una imagen muy equivocada de lo que son los elfos. Creemos que son esas pequeñas criaturas que saben volar, pero todo lo contrario, son criatruas de dos metros y medio, su color de piel es un tono entre azulado y verde, sus brillantes y vivaces ojos son de color madera castaño o verde, como el reluciente pasto que crece entre la foresta, e incluso algunos poseen unos ojos del color que adquiere el follaje de un roble cuando está en otoño. Sus largas y portentosas melenas son de un color cobrizo como el trigo y su cuerpo verde, robusto, atlético, musculoso pues no hay nada que objetar.

Además esa imagen de criatura inofensiva y cariñosa es totalmente mentira, son seres a los que como les faltes el respeto sacan una daga de su cinturón y ya no cuento más.

Esas orejas puntiagudas no lo son tanto como cuentan, bueno al fin y al cabo, no somos tan diferentes a ellos, salvo en los cuernos.

Las criaturas más próximas a ellos son los elementales, seres compuestos de polvo, hojas o incluso pétalos de flores. Por no mencionar los tres más básicos: los de la tierra, los del agua y los del viento. No tienen forma, además pueden adoptar la que ellos quieran o las que la madre tierra les proporcione. Van y vienen, aparecen y desaparecen, cuando ellos quieran.

Hablan con el silvido del viento y su función en un bosque es proteger las partes dañadas de él. Algunos dicen que son las almas de los árboles pidiendo ayuda.

ANDRÉS.

La vida en un bosque

En todos los bosques del planeta, los pocos que quedan, viven una serie de extrañas criaturas. El murmullo de las hojas al mecerse con suavidad, gracias al viento, puede que no sea tal. Esa gran mariposa que despliega sus bellas alas puede ser una pequeña hada. Esos matorrales que se mueven y pensamos que son jabalíes o lagartijas, tal vez sean curiosos elfos o enanos, pero nunca nos atrevemos a mirar.

Ese animal que se cruza con fuerza ante nosotros cuando estamos maltratando el bosque, puede ser un elemental mandado por el rey del bosque el árbol más longevo de todos, se cuenta que ese árbol desprende una gran energía. La fuerza de la vida.

ANDRÉS.

Piedras preciosas

Rafael nos ha presentado esta semana su conferencia sobre las piedras preciosas, tema que le llama la atención y del que conoce bastante y de primera mano. Su exposición fue muy interesante.

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Unión europea

Carmen López Esquitino nos ofreció, hace un par de años, una estupenda conferencia sobre la Unión europea. Como ahora estamos investigando y trabajando sobre este tema, la publicamos para consultarla. Haremos un buen uso de ella.

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Enrique en conserva

Hace unos años, una mujer soltera quería tener un hijo y buscando encontró una receta que decía:

«Enrique en conserva». Esta receta le encantó, por lo que se puso manos a la obra.

INGREDIENTES

Enrique en conserva

– 3 cl. de sangre de leopardo.

– 3 gr. de cerebro de delfín.

– 4 patas de mono.

– 1 L. de café

– Un trozo de un balón de cuero.

– Un trozo de llanta de bicicleta.

UTENSILIOS

– Thermomix.

– 1 bol.

– Un maniquí de unos 148 cm.

– Una lata de conservas de 150 cm.

– Una batidora.

PREPARACIÓN

Echar en la Thermonix los 3 gr. del cerebro de deflfín, las patas de mono, el trozo de llanta de bicicleta. Después batir hasta que quede todo líquido. Con esta mezcla se consigue que el individuo sea deportista e inteligente.

Echar la mezcla en un bol, y mientras se remueve añadir poco a poco los 3 cl. de sangre de leopardo y el litro de café. El resultado líquido quedará de un color amarillento.

Dejar reposar durante dos horas. cuando haya tomado un tono rojizo introducir la masa dentro del maniquí. A continuación, meter el maniquí en la lata de conservas y cerrar muy bien.

Cuando transcurran once años, abrir la lata, echarle encima una taza de café  y estará listo para utilizarse.

Si no funciona correctamente, si Enrique en conserva no se mueve, ¡es que eres un mal cocinero!

Enrique.

Taller de escritura «autorreceta».