Cenicienta bajó las escaleras rápidamente y el príncipe tras ella, pero sin darse cuenta, el zapato de cristal se le cayó a Cenicienta. Aunque ya era tarde, Cenicienta había entrado en el carro e iba camino a casa. Pero por suerte el príncipe lo vio y lo guardó.
Al siguiente día, el príncipe llegó a la casa de Cenicienta con el zapato de cristal guardado en una caja preciosa, decorada con diamantes y perlas. Las hermanastras se sorprendieron al ver que el príncipe estaba en su casa.
Él decidió probarle el zapato a todas las mujeres.
-«A quien le quepa este zapato tendrá la suerte de ser mi esposa.»- declaró el príncipe.
Empezó por las hermanastras; no tuvieron suerte y se echaron a llorar. Después se lo probó Cenicienta… no puede ser, el zapato no le cabía. Entonces la esposa del príncipe sería la madrastra. Al final todos vivieron felices excepto el príncipe.