Érase una vez unos críos como vosotros que iban caminando por el bosque, su madre no se preocupó en absoluto ya que esto lo hacían a menudo, así que la madre se durmió en el sofá de plumas mientras el padre cocinaba guisantes.
Los niños, llegaron a un punto del bosque tan adentrado que ni el sol podía verse en ese sitio, era en el que se rumoreaba que vivía un viejo y feo brujo que lo llamaban el rey de las chuches ya que decían que tenía una fábrica de chuches en la casa y además su casa era de chuches de todo tipo, incluso había chuches de todos los sabores a la vez, eran riquísimos. A todo el mundo le encantaba esa casa tanto que se la comían entera a excepción de los muebles. Las personas que se habían comido la casa, estaban tan llenos que tenían que sentarse y echarse una siesta para descansar, entonces, el brujo los cogía, los metía en su gran olla plateada, encendía un fuego debajo de la olla y hacía un potaje de personas para cenar.
Este potaje era el favorito del brujo ya que las personas sabían a chucherías. Los niños no sabían nada de eso porque nunca lo habían oído, por suerte para ellos, toparon con el Gato con botas que les advirtió que era una mala idea ir más adentro del bosque ya que ahí se encontraba la casa de chuches del brujo. Los niños se dieron cuenta del olor a chuchería y se dieron cuenta de que lo que el gato decía era cierto. El gato les dijo a los niños que lo siguieran, y así lo hicieron, el gato se metió en una cueva en la que los niños no cabían así que les dirigió a la casa de un amigo suyo llamado Shrek. La casa de Shrek era una ciénaga por lo que los niños, no pudieron dormir por el tremendo mal olor.
A la mañana siguiente, el gato con botas y sus nuevos amigos Hansel y Grettel partieron a sus casas, pero ninguno de los dos la encontró, así que decidieron reunirse de nuevo para encontrar refugio. Tras varias horas de andar por el bosque sin rumbo alguno, se encontraron con dos espadas; la primera espada tenía inscrito el nombre de Hansel y en la segunda espada ponía Grettel. El gato con botas supo que deberían luchar contra el mago. El gato enseñó a los niños a manejarse con la espada ya que para hacer que el feo brujo se fuese, deberían cortar la cuerda que servía para sujetar la gran olla plateada donde hacía esos ricos potajes. Los niños, ya con una gran habilidad para manejar la espada, salieron al ataque: primero, se comieron la casa hasta quedar llenos, pero como eran tres personas, no les surgió efecto tanta chuche. El brujo asustado, intentó atrapar a los niños pero el gato con botas los defendió. El plan era que el gato entretuviese al brujo y mientras, los niños cortaban la cuerda. Todo salió como planearon. El brujo se fue de allí y todos se quedaron a vivir en la casa de chuches del mago.
Y TODOS FELICES, COMIERON CHUCHES
Por Agustín.