Enrique en conserva

Hace unos años, una mujer soltera quería tener un hijo y buscando encontró una receta que decía:

«Enrique en conserva». Esta receta le encantó, por lo que se puso manos a la obra.

INGREDIENTES

Enrique en conserva

– 3 cl. de sangre de leopardo.

– 3 gr. de cerebro de delfín.

– 4 patas de mono.

– 1 L. de café

– Un trozo de un balón de cuero.

– Un trozo de llanta de bicicleta.

UTENSILIOS

– Thermomix.

– 1 bol.

– Un maniquí de unos 148 cm.

– Una lata de conservas de 150 cm.

– Una batidora.

PREPARACIÓN

Echar en la Thermonix los 3 gr. del cerebro de deflfín, las patas de mono, el trozo de llanta de bicicleta. Después batir hasta que quede todo líquido. Con esta mezcla se consigue que el individuo sea deportista e inteligente.

Echar la mezcla en un bol, y mientras se remueve añadir poco a poco los 3 cl. de sangre de leopardo y el litro de café. El resultado líquido quedará de un color amarillento.

Dejar reposar durante dos horas. cuando haya tomado un tono rojizo introducir la masa dentro del maniquí. A continuación, meter el maniquí en la lata de conservas y cerrar muy bien.

Cuando transcurran once años, abrir la lata, echarle encima una taza de café  y estará listo para utilizarse.

Si no funciona correctamente, si Enrique en conserva no se mueve, ¡es que eres un mal cocinero!

Enrique.

Taller de escritura «autorreceta».

Los lobos de Willougby Chase

En este mes de marzo, el día 29 tendrá lugar la tertulia literaria sobre este fantástico libro.

Es un libro que es muy ameno de leer y cuyo argumento te atrapará.

Aquí os dejamos su argumento y ficha técnica.

Título: Los lobos de Willoughby Chase
Escritor:  Joan Aiken
Traductor:  Elena de Grau Aznar
Editorial: Salamandra
Colección: Narrativa joven
Ciudad: Barcelona    

Año: 2010
Nº pág.: 186
ISBN: 978-84-9838-296-9

ARGUMENTO:

Los lobos de Willoughby Chase de Joan Aiken:

Cuando sus padres emprenden un largo viaje y la dejan a cargo de una institutriz en la enorme mansión de Willoughby Chase, la vida de Bonnie cambia radicalmente. La señorita Slighcarp no tarda en mostrar su peor cara, haciendo y deshaciendo con la única intención de enriquecerse a costa de los Willoughby. Fieles sirvientes despedidos, valiosos muebles vendidos, caos, desvarío, confusión… Sin embargo, lo peor está por llegar: Bonnie y su tímida prima Sylvia acaban vestidas con harapos en un siniestro orfanato, un lugar aún más temible que los lobos que proliferan en la zona. Pero, aunque parezca que el mundo se ha vuelto del revés, se vislumbra un atisbo de luz que tal vez les permita escapar de esta pesadilla y luchar por liberar Willoughby Chase de las garras de la infame señorita Slighcarp y sus secuaces.

«Una obra maestra […] una lección de las virtudes que debe poseer un clásico de la literatura infantil: encanto, un estilo propio, talento y la capacidad para crear un pequeño mundo sin ser condescendiente con los lectores más jóvenes.» Time

ASÍ EMPIEZA

Era el anochecer de un día de invierno. Blanca y brillante, la nieve revestía la falda de las colinas, y en el bosque los carámbanos colgaban de los árboles. La nieve se amontonaba en la oscura carretera al otro lado de Willoughby Wold, aunque desde el amanecer centenares de hombres habían estado despejando el camino con palas y escobones. Envueltos en sacos de arpillera para resguardarse del frío glacial, habían trabajado en grupos por miedo a los lobos, más salvajes y temerarios debido al hambre. La nieve también había formado una espesa capa sobre el tejado de Willoughby Chase, una enorme mansión que se erguía en n promontorio en el corazón de la comarca.

Salida a la biblioteca pública de Granada

Hoy día 13 de Marzo el grupo de 5º E.P.O ha ido a la biblioteca pública de Andalucía y biblioteca de Granada.

Al llegar, hemos entrado en la biblioteca a ver un cuenta-cuentos. El cuenta-cuentos era el escritor Arturo Abad. Ha empezado presentándose a él y a continuación a los ilustradores, Manuel y Patricia.  Mientras él nos contaba distintos cuentos, sus compañeros iban ilustrando distintas escenas sobre los cuentos que narraba Arturo.

El primer cuento ha sido uno que contaba la historia de un espantapájaros: a un niño le roban por la noche su cosecha y un hombre jorobado y medio cojo, le dice que han sido los cuervos y la madre le obliga a disfrazarse de naranja.

El siguiente cuento ha sido Taller de Corazones, que trata sobre un hombre que fabrica corazones, y primavera tras primavera le hace un corazón a la señora Reginia, y a cada corazón le añade un trocito del suyo; hasta que una primavera se da cuenta de que solo le queda un trocito.

El próximo cuento se titulaba El Grito en la Arena y trataba de una niña que vivía en el Sáhara y no podía ni gritar ni soñar. Entonces se va con su madre a unas dunas donde la gente puede gritar y soñar lo que quiera, y a partir de ese momento van todos los días a gritar y soñar. Todos los días era un poquito más feliz porque tenía esperanza.

El cuento que le sigue se llamaba La Lechera. Va sobre una muchacha que en vez de vender leche vende jamón. Es tan guapa que el panadero le dice: ¡Dáme tus ojos!, y le dice que no puede porque los tiene pegados a la cara;el verdulero le dice: ¡Dáme tu boca!, y la lechera dice que no puede por que la tiene pegada a su cara; y el carnicero le dice que le de su mano, pero dice que una leche y así todos los días hasta que una noche el carnicero va a su casa para que la lechera le de su corazón. Cuando lo consigue la lechera descubre que solo quería besarle.

El cuento que seguía ahora se titulaba el Sol y la Luna. Trataba de que la luna se enfada con el sol porque los girasoles no la miraban a ella y después el sol se enfada porque no puede ver las estrellas. Entonces un día se acaban abrazando y así la luna puede ver a los girasoles y el sol a las estrellas.

Zimbo era el título del siguiente cuento. Zimbo es un títere que solo quiere ser libre de las cuerdas que lo manejan. Entonces una noche le pide a su amo que le deje ser libre. Como su amo no le hace caso, Zimbo cuando llega  la noche,  coge unas tijeras y por fin es libre y descubre el mundo que nunca había explorado.

El último cuento se llamaba el Alma que Brilla. Va sobre que un hombre joven tiene un abuelo al que le brilla el alma; entonces el hombre le pide que apague las farolas de la calle, le pide que apague la luna, y le pide que apague las estrellas, y todo esto lo hace. Cuando lo ha hecho el nieto le dice que solo quería ver su alma que brilla.

Excusas por llegar tarde a clase

Realizamos el taller de escritura titulado: «excusa… (por llegar tarde a clase, para no traer los deberes, para ir al baño, etc.)».

Esta idea surge del blog de «Aula de Lengua», blog del nuevo I.E.S. Puerta del Mar (Estepona). De aquí leemos algunos de los textos creados por los alumnos de este instituto y nos sirve de motivación para crear nuestra propia excusa. El blog es http://auladelenguaestepona.blogspot.com/

Ahora vamos a dejar algunas de las excusas realizadas en el taller de escritura por sexto de primaria:

Abrí la puerta de clase y ví que todo el mundo había llegado, que la lección de matemáticas ya había empezado. Así que miré el reloj y me fijé en que había llegado tres cuartos de hora tarde. ¡Iban a ponerme un parte!

Yo hice como si nada y el profesor me miró. Como sabía que me iba preguntar el por qué había llegado tarde, empecé a pensar rápidamente en alguna excusa aunque no fuera nada creíble.

Le dije que yendo al colegio en coche, nada más salir de casa, este se nos metió en la acequia, por lo tanto nos tuvimos que bajar de él e ir andando al colegio, mientras que la grúa venía a recogerlo.

Mi madre llevaba en brazos a mi hermanita, y ella solo acababa de cumplir los dos años, pero entonces apareció un monstruo de aspecto horrible por el camino que nos devoró a los tres. 

La verdad es que estar dentro de la barriga del monstruo no era muy agradable, todo estaba lleno de un líquido espeso de color verde fosforito, y a todos (hasta a mi hermana pequeña), nos entraron ganas de vomitar, pero pudimos aguantarnos las ganas.

Sin parar, seguí contándole al profesor que allí dentro habíamos conocido a una cabra que también había sido devorada, y a un ciervo que se comió el monstruo por reírse de lo feo que era. Los dos, por cierto, con muchas ganas por salir de allí.

De repente, a todos se nos ocurrió hacerle cosquillas al monstruo para que vomitara y así todos pudiéramos salir de ese horrible lugar, pues así fue.

Al final la cabra volvió a su rebaño, y el ciervo siguió siendo igual de feliz que antes, y por supuesto nosotras volvimos al colegio.

El profesor me miró muy seriamente y puso cara de que me iba a caer una bien grande. Yo me puse colorada, y sentí que había metido la pata bien gorda.

Mar.

Un día en el cole. Final

Al llegar a la clase de informática, nos inundaron unas notas musicales deliciosas provinientes de algún instrumento de aire.

Una vez que habíamos atravesado la sala, vimos en el pasillo, seguida de una senda de bichos malignos dormidos, a nuestra «profe» de música, Elena, tocando una flauta mucho más larga que una normal, y que me recordó a las flautas élficas. Pero ella no nos vio.

Cuando nos disponíamos a bajar las escaleras, miré por la ventana, y vi a Ana, la maestra de Arte en el patio, liderando de forma heróica un batallón de hombrecillos de arcilla, y entonces supe que teníamos que hacer algo por nuestro «cole».

Y así, de súbito, me vino a la cabeza la idea de que desde la ventana de la clase de música podríamos atraer al dominio jefe y así asestarle un «mamporrazo» mortal. Le expliqué mis planes a David, pero él me dijo que al bicharraco aquel no se le podía matar de un golpe. Tenía razón, de modo que pensé, y recordé el proverbio egipcio: «si conoces el nombre de las cosas, tienes poder sobre ellos». Le conté a mi «compi» mis nuevos planes, él asintió.

                             

Una vez en la ventana, nos dedicamos a pensar en el nombre del demonio, eso sí, después de observar la épica batalla entre el demonio jefe y Rosi, nuestra «dire», que ahora tenía pinta de Dumbledore.

¿Cuál podría ser?, hum.. Y entonces, se me ocurrió una idea: le pregunté a David, qué le parecía el día de hoy. Lo meditó mucho. Hoy había sido entretenida, pero el «cole» estaba a punto de ser destruido. De modo que me repondió:

– Un día aciago.- Asentí, y entonces, arrojé mis dos espadas al demonio, que le acertaron en el brazo. Este se encaró hacia nosotros, y dijo:

– Yo soy el Caos, y vengo a destruirlo todo.

– ¡Oh,encantador!- replicó David.

Mientras yo, con nervios de acero, le respondí:

-¡Yo te nombro por tu nombre secreto, Día Aciago, y te ordeno que te…- David terminó la frase.

-¡…vayas a la «m» y no vuelvas jamás! si no…- se crujió los dedos.

La verdad, su frase fue un tanto fuera de lugar, pero bastó como para finalizar el día más corriente en el cole.

FIN

JAVIER.