Un día en el cole. Final

Al llegar a la clase de informática, nos inundaron unas notas musicales deliciosas provinientes de algún instrumento de aire.

Una vez que habíamos atravesado la sala, vimos en el pasillo, seguida de una senda de bichos malignos dormidos, a nuestra «profe» de música, Elena, tocando una flauta mucho más larga que una normal, y que me recordó a las flautas élficas. Pero ella no nos vio.

Cuando nos disponíamos a bajar las escaleras, miré por la ventana, y vi a Ana, la maestra de Arte en el patio, liderando de forma heróica un batallón de hombrecillos de arcilla, y entonces supe que teníamos que hacer algo por nuestro «cole».

Y así, de súbito, me vino a la cabeza la idea de que desde la ventana de la clase de música podríamos atraer al dominio jefe y así asestarle un «mamporrazo» mortal. Le expliqué mis planes a David, pero él me dijo que al bicharraco aquel no se le podía matar de un golpe. Tenía razón, de modo que pensé, y recordé el proverbio egipcio: «si conoces el nombre de las cosas, tienes poder sobre ellos». Le conté a mi «compi» mis nuevos planes, él asintió.

                             

Una vez en la ventana, nos dedicamos a pensar en el nombre del demonio, eso sí, después de observar la épica batalla entre el demonio jefe y Rosi, nuestra «dire», que ahora tenía pinta de Dumbledore.

¿Cuál podría ser?, hum.. Y entonces, se me ocurrió una idea: le pregunté a David, qué le parecía el día de hoy. Lo meditó mucho. Hoy había sido entretenida, pero el «cole» estaba a punto de ser destruido. De modo que me repondió:

– Un día aciago.- Asentí, y entonces, arrojé mis dos espadas al demonio, que le acertaron en el brazo. Este se encaró hacia nosotros, y dijo:

– Yo soy el Caos, y vengo a destruirlo todo.

– ¡Oh,encantador!- replicó David.

Mientras yo, con nervios de acero, le respondí:

-¡Yo te nombro por tu nombre secreto, Día Aciago, y te ordeno que te…- David terminó la frase.

-¡…vayas a la «m» y no vuelvas jamás! si no…- se crujió los dedos.

La verdad, su frase fue un tanto fuera de lugar, pero bastó como para finalizar el día más corriente en el cole.

FIN

JAVIER.