Erase una vez, en un cementerio, un grito inundó la noche. Todo el mundo se asomó a su balcón y vieron un río de sangre que corría hasta el cuerpo de la muerte. La niebla se amontonó bajo un montón de gente. De repente, todos se quedaron mirando las nubes tan negras, se acercaba algo, era transparente y cada vez se acercaba más, más y más hasta que estaba más cerca y … era un fantasma.
Todo el mundo estaba asustado menos una niña que salió de su casa y se fue al cementerio corriendo. Cuando llegó, se quedó paralizada al ver unos fantasmas salir de sus tumbas.
Se dio la vuelta para ir a su casa, pero cuando se dio la vuelta no podía salir, estaba rodeada de fantasmas, la atraparon y la ataron a un árbol.
Vino un fantasma más grande que todos los demás, se acercó a ella, la desató, la cogió de la mano y con sus poderes hizo que se muriera.
Ahora, siempre por las noches, pasea por el cementerio, pero nunca entra en las casas porque tiene miedo.