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¡AVENTURA EN LA GRANJA! PRIMERA PARTE

Queridas familias,

El viaje a Parapanda ha supuesto para el grupo verde una reafirmación de autonomía, valores, amistad y responsabilidad, que hemos puesto en práctica a través de la estrecha convivencia durante dos «jornadas granjeras» muy intensas.

Los documentos gráficos que tanto Bárbara como yo realizamos a lo largo de esos días han sobrepasado los 400, de modo que la selección, edición y montaje está siendo una tarea algo ardua, pero preciosa a la vez ¡revivir todos los momentos vividos es magnífico!

A continuación os dejo una pequeña crónica de lo que llevamos a cabo a lo largo del primer día, hasta la hora del almuerzo. Más abajo, un montaje audiovisual os muestra con lujo de detalles nuestras aventuras.

Como veréis, las caras de ilusión por emprender el viaje lo decían todo. Una vez en nuestro destino, el transporte de nuestro equipaje hasta las habitaciones y la visita a las dependencias principales, nos tuvo entretenidos un buen rato. Algunos juegos de presentación, bienvenida y por supuesto el adelanto que Azu (nuestra monitora) nos hizo de todo lo que íbamos a conocer y vivir, nos hizo tener muchas más ganas aún de compartir esta experiencia en grupo.

Tras un tentempié de fruta y pan, dimos un paseo por la zona de los establos. Allí pudimos ver conejos, gallinas, cabras (Mija), cerdos (Pin y Pon) ovejas y hasta una ternera (Mazuela). Conocimos qué alimentos les gustan, dónde conseguirlos y cómo viven en sus dependencias. Datos importantes a tener en cuenta para cuando nos tocase ir a alimentarles y cuidarles.

Después nos fuimos hasta la zona del estanque, donde disfrutar de la compañía de patos, ocas, gallinas y hasta pavos reales en libertad, fue simplemente precioso. Uno de los animales que más les impresionó fue Monchi, el avestruz. Conocer que las ocas son «algo mandonas» y no dejan tranquilos a los patos o poder ver cómo incubaban sus huevos, fue otro de los hitos importantes esa mañana.

Azu nos propuso realizar una excursión por la montaña, para visitar una antigua mina de plomo, que se encuentra en desuso y en la que ahora vive el gnomo Eustaquio. Nos contó qué nos encontraríamos allí, nos habló de las estalactitas y las estalagmitas, de qué era el plomo y hasta de porqué ahora está habitada por un gnomo. Una buena dosis de protección solar, nuestras gorras, visita al baño y … ¡nos vamos!

El camino era largo y nada fácil de transitar, pero estos verdecitos demostraron ser unos auténticos senderistas y llegamos a destino antes de lo previsto. Al llegar a la entrada de la mina (algo estrecha, ya veréis) debíamos «dejarnos caer» para pasar y una vez dentro permanecer agachados ya que el espacio era bastante reducido. Ni que decir tiene que carecía de iluminación y tan sólo nos guiábamos por la luz de unas cuantas velas dispuestas especialmente para ello. Una aventura en toda regla en la que demostraron su valentía e ilusión, a partes iguales. Pudimos hablar con el gnomo Eustaquio (Gustafio para los amigos, ja, ja, ja) preguntarle un montón de cosas y hasta verle ¡sus caras de impresión me las quedo de regalo!

De vuelta a la granja, tan sólo hacían planear cuándo volver, cómo convencer a su familia para ir a Parapanda y compartir las anécdotas y vivencias individuales, que cada uno/a de ellos/as había tenido.

Continuará…

Esther Justicia.

 

VIAJE FIN DE CURSO «PARAPANDA»

Estoy segura que vuestros peques os han contado ya muchísimas cosas de nuestro viaje, aún así a continuación os pongo una crónica de las dos jornadas (con lo más significativo) y os enlazo unos vídeos que muestran cómo lo pasamos de bien.

CRÓNICA:

Durante el trayecto en bus fuimos observando el paisaje y leyendo los carteles, para comprobar si lo trabajado con respecto al plano era acertado o no. Al llegar a nuestro destino nos esperaban Nusa, Nerea y Marta, que fueron nuestras monitoras durante los dos días. Para comenzar nos reunieron en la «jaima», hicieron las presentaciones pertinentes, nos dividieron en dos equipos (árboles y mariposas) y luego tomamos pan con aceite y manzana.

Una vez divididos por grupos realizamos un paseo por todas las instalaciones exteriores, con objeto de conocer las distintas dependencias de los animales así como las normas que debíamos seguir para respetar a los demás grupos de visitantes y por supuesto a los animales.

En el teatro, nos contaron una fantástica historia acerca de porqué las escuelas visitan la granja escuela Parapanda y porqué hay tantos enanitos de piedra por todos los rincones. Decidimos salir a buscar al gnomo Fermín y para ello seguimos las pistas que encontramos en nuestro camino. ¡Qué sorpresa, Fermín es un bailongo! y además lo acompaña Blancanieves.

Tras el almuerzo hicimos un taller creativo-reciclado, para fabricarnos unas simpáticas huchas de búhos, que decoramos con elementos naturales recogidos en nuestro paseo. Así evitamos el calor de esas horas y Encarna y yo pudimos tener un ratito para almorzar.

El equipo de los árboles fue el encargado de trabajar como granjeros y granjeras en la zona de los conejos, ovejas, vaca, caballos, cerdos… y el equipo de las mariposas hizo lo mismo en la zona de la charca.

Como merienda tomamos leche con cacao y pan con chocolate. Con las fuerzas repuestas nos atrevimos con otro taller. En esta ocasión de cocina, elaboramos unos deliciosos roscos que nos desayunamos al día siguiente.

Cuando el calor ya se había pasado, entorno a las 19.00, emprendimos la aventura para subir la cima hasta una antigua mina de plomo (en realidad es sólo una cata). La subida se presentaba algo complicada, pero son unos intrépidos senderistas y en poco tiempo ya estábamos arriba. Las vistas eran impresionantes y darnos cuenta de todo lo que habíamos subido les impresionó bastante. Entonces llegó la hora de adentrarnos en la cata y para ello hicimos dos grupos también, debíamos entrar por un agujero bastante estrecho y acostumbrar nuestra vista a la oscuridad (ya que sólo estaba iluminada por algunas velas). Dentro, Nusa y Nerea, nos explicaron cómo se forman las estalactitas que veíamos y nos contaron una leyenda del pueblo de Alomartes, del porqué las paredes están húmedas, ¡son lágrimas de gnomo!. Fue una experiencia fantástica y hasta nos pudimos comunicar con el gnomo Fermín.

Acabamos exhaustos, estábamos de vuelta cerca de las 21.00, así que decidimos cenar y llevar a cabo nuestra velada, para poder ir a descansar. En la velada recorrieron las dependencias de los animales para ver cómo dormían, observaron en el cielo la fantástica «estrella verde» de Parapanda, escucharon historias del fantástico cuento del gnomo Fermín y hasta algunas propusieron una relajación con Mindfulness (mientras aprovechamos las profes para cenar).

Llegó la hora del cambio de ropa, lavado de dientes y preparaciones varias para dormir…, todo salió fenomenal. Fueron muy ordenados con sus pertenencias y aunque a algunillos les costó un poco dejar de charlar y reír, entorno a las 00.00 todos estaban ya descansando. Algunas toses, ronquidos, despertares para ir al baño, sollozos entre sueños y a las 6.00 … ya estaban los más madrugadores en pie. Decidimos permanecer en la cama un ratito descansando, para no despertar al resto y a las 9.00 ya estábamos aseados de nuevo, vestidos, desayunados y con las maletas recogidas. ¡Prueba superada!


Comienza la segunda jornada en la granja y aunque se nota en el ánimo el cansancio del día anterior, nos volvimos a convertir en granjeros y granjeras. En esta ocasión intercambiamos los espacios visitados el día anterior por los distintos equipos, para que así todos disfrutáramos de las distintas experiencias.

Aprendimos un montón de cosas, como por ejemplo a diferenciar un pato de una oca, a saber si es un pato hembra o macho, qué come cada animal, extraer los granos de maíz de una mazorca y dejar sólo el pabilo, cómo se limpia un establo, de dónde extraer las hojas para poner en el suelo del establo y cuadra, qué hierbas les gustan más a los conejos, cómo se comporta una oca que está incubando si nos acercamos demasiado, porqué son importantes las abejas, que el avestruz es el ave más rápida (aunque no vuela)… y un sinfín de cosas más que estoy segura ellos recordarán mejor que yo. También tuvimos oportunidad de ver el cortejo del pavo real o cómo salían de los huevos cuatro crías de pavo (entre otras muchas cosas).

Tras toda esa actividad y con ganas de más nos fuimos a hacer un taller de pan. Nusa nos fue relatando todo el proceso desde el nacimiento del cereal hasta la transformación en harina y luego en pan. Nos explicó cómo se hacía el pan antiguamente y porqué se necesita la levadura. Para el amasado se inventó una graciosísima historia que íbamos escenificando con nuestra masa, de modo que la encogimos, estiramos, amasamos, golpeamos … hasta que finalmente le dimos la forma que cada uno quiso y la horneamos.

Una vez almorzados, nos volvió a tocar el turno a Encarna y a mí, pero para no desaprovechar ni un minuto decidimos hacerlo  a la velocidad del rayo e irnos al taller de elaboración de aceite. Esta época del año no es la propicia para llevarlo a cabo, pero utilizamos de forma simbólica unas aceitunas que tenían reservadas en la cámara frigorífica y así pudieron ver todo el proceso completo. Para finalizar nos embotellaron unas pequeñitas botellas para cada uno.

Llegó la hora de volver y todos querían quedarse y repetir, la experiencia ha sido fantástica y  os aseguro que inolvidable para todos.


Hoy hemos contado en la asamblea lo que más nos gustó y lo hemos dejado reflejado en un dibujo, que formará parte de nuestro «Cuaderno de granja». También hemos contado la prometida historia de miedo-risa (ya que esa noche estaban agotadísimos y no pudimos hacerlo).

¡Espero que con esta entrada, podáis asomaros un poquito a lo que vivimos allí!

Un fuerte abrazo,

Esther Justicia.