Continuamos con el ambiente otoñal en la clase, dedicando nuestras asambleas al intercambio de los conocimientos y vivencias, que de esta estación tenemos.
El miércoles eran varios los que se quejaban de dolor de barriga, garganta y tos, así que tras nuestras clases de inglés y música, nos tomamos la fruta junto con una infusión (manzanilla, tomillo, orégano y miel) que «nos cura todos los males».
Aprovechamos la ocasión, como siempre, para recordar las propiedades o utilidades de las plantas utilizadas y también pensamos qué parte de la planta estamos empleando para la infusión (hoja, flor…). De pronto alguien dice «pero la miel no es una planta, la hacen las abejas» y empieza una lluvia de ideas acerca de qué es la miel. Tras un amplio debate en el que algunos defienden su idea con convicción (pese a no estar del todo acertados) llegamos a la conclusión de que es un alimento que se obtiene de una planta, en concreto de su flor, porque se coge el polen y las abejas lo transforman. Establecemos similitudes con otros materias primas y derivados, que se obtienen de plantas o animales.
Por la tarde realizamos dos actividades paralelas (dentro y fuera del aula) con la colaboración de Charito. El gran grupo da color a la casita que nos trajo Julia (que la teníamos en espera) y de forma individual van saliendo conmigo para realizar una actividad en torno a la escritura creativa, basada en el cuento «Confundiendo historias» y que próximamente enlazaré en el blog creado para este objetivo concreto. Tenéis un enlace directo a través de este blog, ya hay entradas de la mayoría de las clases del colegio, no dejéis de echarle un vistazo, es muy interesante.
El jueves a primera hora nos visita la mamá de Julia, para culminar el experimento de los nutrientes presentes en el terreno, dependiendo de que éste tenga vegetación o no.
Regamos cada una de las botellas con bastante agua y abrimos unos agujeritos en el tapón, para recoger el agua sobrante. Comprobamos como el agua de cada una de ellas tiene distinta cantidad de tierra. En la primera botella (contiene sólo tierra) el agua sale muy sucia, con lo cual aprendemos que ese terreno perderá buena parte de sus nutrientes si cae una lluvia fuerte, ya que la tierra se desprenderá fácilmente. En la segunda botella (contiene tierra y hojas secas) el agua sale turbia, aprendemos que si un terreno tiene restos de vegetación, retiene buena parte de sus nutrientes. En la última botella (contiene tierra y plantas de alpiste) el agua sale prácticamente limpia, así que comprobamos como un terreno con vegetación absorbe todos los nutrientes sin dejarlos escapar.
Aunque son términos algo complicados para ellos, la gran mayoría se ha quedado con los conceptos generales. Utilizaremos este aprendizaje en las distintas ocasiones que tengamos de plantar-sembrar, para hacerlo más significativo.
A continuación nos preparamos para realizar la receta de las «Galletas de coco», como hace tan sólo un par de días realizamos un taller alfabético (carta al Sr. Otoño) de forma individual, en esta ocasión lo realizamos de forma grupal. Entre todos averiguamos cómo se escribe GALLETAS DE COCO, después repasamos los ingredientes que necesitamos y los pasos a seguir.
Una vez tenemos claro todo eso, les formulo una pregunta ¿Cuántas galletas tenemos que hacer? En principio dicen que 18, ya que es el número de alumnos/as que hay en nuestra clase, luego les pregunto si a sus papás y mamás les gustan esas galletas. Como la respuesta es afirmativa escribimos en la pizarra 18 18 18 (el primero correspondía al número de galletas que teníamos que hacer para nosotros y el segundo y el tercero el número para cada progenitor/a). Ahora tocaba averiguar cuánto era 18 más 18 más 18, o lo que es lo mismo cuántas galletas salían si juntábamos las de los niños/as, los papás y las mamás. Utilizamos unos palitos depresores para simular las galletas y poder realizar esa operación de forma manipulativa. Estos fueron los pasos, que realizamos por supuesto con mi ayuda y gracias a los distintos ritmos de aprendizaje presentes en el aula:
- En cada equipo de trabajo (hay tres) ponemos 18 palitos. El equipo 1 era el destinado a los niños/as y los otros dos los de los papis/mamis.
- Descomponemos el 18 en 10 / 8, aprovechando que cada mesa está subdividida en 2.
- Yo recojo el montón de 10 de cada una de las mesas y obtenemos tres montones de 10. Como algunos ya saben contar de 10 en 10, contamos para ver cuántos palitos hay entre los tres montones, obteniendo el número 30.
- Una vez tenemos los 30 palitos los retiro a otra mesa independiente y escribo en la pizarra 30 8 8 8, que son los montones que nos quedan ahora.
- Ahora quedan sobre cada equipo 8 palitos y los volvemos a descomponer en 4 / 4 . De modo que ahora cojo uno de los montones de 4, de cada equipo, obteniendo tres montones de 4 y sumamos (aquí si llegamos la mayoría, aunque sea utilizando los dedos), obtenemos 12 palitos.
- Dejamos ese montón de 12 palitos en la mesa donde se encuentra el de 30, bastante separado y realizamos la misma operación anterior con los tres montones restantes, volviendo a obtener 12 palitos.
- Volvemos a escribir en la pizarra lo que tenemos ahora 30 12 12.
- Dejamos apartado el de 30 y les propongo descomponer uno de 12, aportando ellos mismos que 10/2. Repetimos con el otro montón de 12. Obtenemos ahora 30 10 2 10 2.
- Como ya sabíamos que podíamos juntar de 10 en 10, juntamos 30 y 10, obteniendo 40 y después el otro 10, obteniendo 50.
- Volvemos a escribir en la pizarra 50 2 2 y ahora realizamos dos sumas «sencillas» que hacemos mediante conteo 50+2= 52 y luego 52+2= 54
Así conseguimos averiguar que para que pudiésemos comernos una galleta cada uno y una cada uno de nuestros papis, teníamos que hacer 54 galletas.
Cuando nos disponíamos a bajar al comedor para hacer la receta alguien dice «¿Y cuántas tenemos que hacer cada uno?. De modo que vuelta a los equipos y a averiguar. Comienzan diciendo que 10 y comprobamos tocando la cabeza de cada uno de los alumnos a la vez que subimos por la recta numérica de 10 en 10 que sólo seis niños/as realizaban la receta y ya teníamos todas las que necesitábamos. Debía ser un número más pequeño, probamos con el 8 y tampoco, hasta que surge … «Pues si cada uno hace la suya y la de su padre y su madre, tendremos que hacer tres».
Como veis, un aprendizaje llevado a cabo de forma colaborativa, que a priori puede parecer imposible para estas edades y al que se han enfrentado sin cautela y con mucha motivación.
Bueno, os dejo unas imágenes del cocinado, para que los veáis en acción.
El viernes despedimos semana con nuestra fiesta de Otoño, que el lunes próximo os contaré con más detalle. Echamos mucho de menos a nuestra compañera Cayetana, que se encuentra malita y no nos puede acompañar en este día. Para inmortalizar el momento, nos fotografiamos junto al personaje del Sr. Otoño.
¡Buen fin de semana!,
NOTA: El lunes espero aportaciones en la asamblea, para ver qué propuesta iniciaremos próximamente. Os adelanto que de forma paralela trabajaremos nuestra salida trimestral a Mercagranada.
Esther Justicia.