… Siguiente día.
Aunque teníamos prevista la hora de levantarse para las 8:30 horas, nuestro amigo el burro comenzó a deleitarnos con sus rebuznos en torno a las 6:00 horas. ¡No puede ser verdad! pensé entre sueños. Un burro en mi habitación, duérmete y descansa, pero… una larga jornada nos esperaba por delante y un montón de chiquillos dispuestos a correr, saltar y disfrutar dormían plácidamente (algunos haciendo los coros al burro). Venga un ratito más, pues bueno, el primer granjero abrió los ojos y la boca a las 7:00 horas y a partir de ahí…
Todo tranquilidad, pijamas y calcetines que se pierden, ropa interior que se nos olvida ponernos y camisetas de manga larga, chubasqueros y zapatillas de respuesto ¡QUÉ ME HA DICHO MI MADRE QUE ME PONGA AL DÍA SIGUIENTE!. Tras organizar este momento y dejar nuestro equipaje listo, nos bajamos a desayunar que otro día nos espera por delante.
De nuevo nos vamos de excursión, en esta ocasión realizamos un itinerario por el pueblo hasta un antiguo molino de harina. Allí nos explican la diferencia entre un molino de viento y uno de agua y nos enseñan el recorrido que hace el agua desde el arroyo en el que nace hasta llegar al depósito, nos muestran cómo funcionaba y nos relatan la importancia y relevancia que entonces tenía el molinero en la vida del pueblo.
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Tras un delicioso aperitivo y como no podía ser de otra forma, elaboramos nuestra merienda. Para ello utilizamos ingredientes caseros y hacemos un riquísimo bizcocho con las claras de huevo montadas, que nos sale muy esponjoso. Después culminamos las tareas de la granja que el día anterior no pudimos realizar y…
¡A comer! Qué dura es la vida de granjero, nos da un hambre atroz. A estas alturas ya algunos preguntan ¿Cuándo viene el autobús?, ¿Esta noche también dormimos aquí?, ¿Mi madre me está esperando ya?…
Última actividad, no podíamos irnos sin visitar la almazara. Otra vez divididos por equipos nos enseñan las instalaciones, nos cuentan el proceso que hoy en día se sigue para la elaboración del aceite, desde que se recoge la aceituna hasta su embotellado.
Después nos tienen preparada una sorpresa, como no es tiempo de recogida de aceitunas, tienen algunas congeladas y siguiendo el método tradicional o artesanal, elaboramos nuestro propio aceite y lo embotellamos para llevar a casa. ¡Qué privilegio!.
Por último lo etiquetamos, escribiendo en una tarjetita los diferentes pasos que hemos seguido para su elaboración y lo identificamos con nuestro nombre.
¡Y ESTO HA SIDO TODO!
ESPERO QUE ESTA CRÓNICA DEL VIAJE OS HAYA TRASLADADO UN POCO HASTA ESE LUGAR Y HAYÁIS PODIDO VIVIR, UN POQUITO, ESAS EXPERIENCIAS QUE HAN DISFRUTADO VUESTROS HIJOS E HIJAS.
Esther Justicia Justicia