Buenas tardes familias,
Hoy os hablo un poquito acerca del Mindfulness y sobre todo os presento cómo llevaremos a cabo esta actividad en nuestro aula y el porqué de su aplicación (aunque detallaré algo más en la reunión de grupo del próximo lunes).
La atención ejecutiva, se ha convertido hoy en día en la función cognitiva (de orden superior) que más debemos entrenar. Vivir en una sociedad en la que la inmediatez y las prisas son la tónica habitual, no favorece en absoluto el eficaz funcionamiento de la red atencional. El desarrollo de la corteza prefrontal en estas edades está en pleno auge y es por tanto responsabilidad de los adultos, que acompañamos el desarrollo integral de los más pequeños, trabajar para que éste sea lo más óptimo posible.
«La parte de vuestro cuerpo más sana es la que más se ejercita». Séneca
En términos coloquiales podríamos decir que la importancia de trabajar la atención se basa principalmente, en que es la puerta de entrada del conocimiento y actúa como si fuese un filtro de todos los estímulos que recibimos a diario. Una cantidad ingente de estímulos externos (olores, sonidos, emociones, palabras, imágenes, experiencias, conceptos…) que deben cribarse para determinar el grado de relevancia de cada uno de ellos y cómo deben ser por tanto procesados por nuestro cerebro. Sin mencionar los estímulos internos, que no cabe menospreciar.
La práctica sistemática de Mindfulness ha sido reconocida por el campo de la neurociencia como uno de los mejores recursos que existen para el entrenamiento eficaz de la atención focalizada.
En el primer trimestre iremos conociendo poco a poco, diversos ejercicios, que probaremos en diferentes momentos de la jornada, para poder establecer una rutina fija a partir del segundo trimestre.
A lo largo de estos primeros meses, el objetivo es familiarizarse con la inclusión de estas herramientas en el aula, tanto en sus sesiones formales como en las informales.
De momento tan sólo hemos tenido una pequeña toma de contacto, mediante algunas prácticas (muy cortitas), relacionadas básicamente con la postura y la respiración.
En próximas sesiones incidiremos en la postura, que preferentemente utilizaremos en nuestras prácticas diarias. Una vez que la tengamos más o menos interiorizada (cuesta un poquito mantenerla) haremos pequeños ejercicios para conocer «el ancla de nuestra respiración». Ayudados por un sonido de gong llevaremos a cabo tres inspiraciones, de manera que podamos sentir si notamos más el aire en nuestro pecho o en nuestra barriguita. De esta forma traeremos nuestra mente al momento presente, estando atentos/as a la respiración. Poco a poco iremos consiguiendo que nuestra respiración sea diafragmática-abdominal y realicemos las inhalaciones siempre por la nariz y las exhalaciones siempre por la boca.
Cada sesión pondremos el foco en un aspecto distinto, relacionado con nuestra propiocepción e interocepción, introduciendo distintas prácticas relacionadas con la atención y los diferentes sentidos. De igual forma alternaremos las prácticas formales, a primera hora del día, con las informales que puedan darse en distintos momentos de la jornada.
Hemos aprovechado algunas asambleas para hablar acerca de la diferencia entre realizar ejercicios que favorezcan o induzcan a la relajación y los que nos proporcionan un entrenamiento de la atención. De hecho no es necesario cerrar los ojos para practicar Mindfulness, solo en caso que las distracciones externas nos impidan concentrarnos. Aunque el Mindfulness induzca a la relajación, no es el objetivo principal.
“La habilidad de hacer una pausa y no actuar por el primer impulso se ha vuelto un aprendizaje crucial en la vida diaria”. Daniel Goleman.
En nuestro día a día, se nos presentan innumerables necesidades, algunas íntimamente relacionadas con los aspectos más básicos de higiene, alimentación o sueño. La no cobertura total de las mismas, desencadena en la inmensa mayoría de las ocasiones, situaciones de frustración difíciles de afrontar.
Hasta llegar casi a la pre-adolescencia el adulto ejerce como cerebro auxiliar, que identifica de forma consciente esas necesidades y acompaña en el aumento de la riqueza emocional. Por tanto debemos analizar si nuestra inteligencia emocional está desarrollada hasta el punto de ser referentes y acompañantes de nuestros peques.
Con adultos conscientes conseguiremos niños y niñas atentos, así que os animo a vivir la vida con consciencia. Que no es más que darse cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor y en nuestro interior.
Os aconsejo no juzgar ni valorar las prácticas con vuestros peques, ya que puede confundirles. Les llevará a pensar que deben estar atentos y presentes durante todo el tiempo. No se trata de eso, además de ser prácticamente imposible. Debemos poner el foco en hacernos conscientes de que nuestra mente «se va» a consecuencia de un estímulo o pensamiento y debemos aprender a utilizar herramientas que nos permitan «traerla de nuevo» al momento presente o lo que estemos haciendo. Siendo amables con nosotros mismos, sin castigarnos ni frustrarnos por deber hacerlo en varias ocasiones.
¡Y este es solo un pequeño granito de arena más, dentro de la aventura de educar!
Esther Justicia.