Una preciosa y apasionante «aventura», la que vivimos la pasada semana en nuestra salida a la granja-escuela Parapanda. Además de compartir múltiples vivencias y experiencias en relación al cuidado de los animales, descubrir cosas nuevas acerca de los productos del huerto/campo, realizar varios talleres de cocina (pan y rosquillos) y elaborar jabones artesanales, hemos disfrutado de la convivencia en grupo, fuera de nuestro entorno escolar y familiar.
Algun@s iban algo expectantes, con incertidumbre acerca de cómo sería el lugar (pese a haberlo trabajado incluso con imágenes), qué nos íbamos a encontrar allí y sobretodo … de la aventura de pasar la noche sin sus familias, en un sitio nuevo y en compañía de » sus profes».
Durante el trayecto en bus preguntaban sin parar por dónde íbamos y cuánto faltaba. Algun@s realizaban estimaciones, en cuanto a kilómetros, dependiendo del pueblo que les decía, en función de lo trabajado acerca del mapa/plano. Cantaron canciones, inventaron juegos y compartieron lo que pensaban que se iban a encontrar o iban a hacer.
Una vez en nuestro destino, nos estaban esperando para recibirnos y poder dejar nuestro equipaje en las habitaciones. Los monitores (Asun, Laura y Manuel) reunieron al grupo en una jaima preciosa e hicieron juegos de grupo mientras Débora y yo concretábamos la organización de los dos días (talleres, menú, excursiones y distribución de camas), con los responsables.
Una vez estuvo todo ajustado, tomamos fruta y pan con aceite. Después dividimos la clase en dos grupos (soles y estrellas) y nos fuimos a dar un paseo por las instalaciones de la granja, con objeto de tener una visión general de todo lo que había y ubicarnos en las distintas tareas a realizar. Una ronda de reconocimiento en la que las sorpresas se sucedían sin cesar, todo les gustaba, les emocionaba y sus caras eran fiel reflejo de ello.
Llegó la hora de la excursión a la mina, no os podéis imaginar el entusiasmo y las ganas que mostraban, todo les parecía bien, ja, ja, ja. Para ello primero nos contaron que se trataba de una antigua mina (bueno cala) de plomo, para qué servía este metal, cómo la habían «hecho» y en qué estado se encontraba en la actualidad. También nos ofrecieron unas normas de desplazamiento por la montaña, ya que entrañaba cierta dificultad subir por ella. ¡Qué valientes!, nadie manifestó oposición ni le pareció complicada la subida. Una vez arriba entramos por turnos y dentro … hubo algunos lloros debidos a resbalones y culetazos, pero nada que no se pasara con un poquito de «lágrima de gnomo» que cogimos de la pared y pusimos en nuestra nariz. Allí pudimos «hablar» con el gnomo Fermín, que no se dejó ver pero que respondió a nuestras preguntas mediante sonidos.
Una vez de vuelta en la granja, repusimos fuerzas con un delicioso almuerzo y para que hiciesen la digestión a la sombra y Débora y yo pudiéramos comer, aprovecharon el ratito confeccionando un divertido juego casero «la ranita comilona». Taller enfocado al cuidado de la naturaleza, el aprovechamiento de los materiales, el reciclaje y el consumo responsable.
Una vez estuvimos listas para acompañarlos, nos fuimos a hacer las faenas de la granja, que nos tuvieron ocupados la mayor parte de la tarde. Uno de los equipos estuvo en la parte de granja (vaca, burra, caballo, conejo, gallina, cerdo, oveja y granero) y el otro se desplazó hasta la charca (pato, pavo, pavo real, caballo -trueno- y avestruz). La tarea consistió en recoger hierba o cereales para cada uno de ellos y dárselo a comer, también tuvimos oportunidad de cepillar la burrita, el caballo, tocar al cerdito y hasta probar a ordeñar la vaca.
Tras una rica merendola hicimos un taller de cocina, «rosquillos». Salieron buenísimos y formaron parte de nuestro desayuno del viernes. Prontito llegó la hora de la cena, que tomaron muy bien y rápido ya que estaban deseos@s de disfrutar de la velada nocturna. Mientras jugaban en el patio de la granja aprovechamos nosotras para cenar, nos esperaba una noche …
Un rápido cambio de ropa para ponernos el pijama y el correspondiente lavado de dientes, se realizaron con total autonomía y sin demasiadas indicaciones. Cada un@ eligió con quién dormir y una vez instalados… shhhhh. Les leí una historia de miedo-risa «El hechizo fantasma» y poco a poco fueron durmiéndose solito@s. Algun@s necesitaron de nuestra compañía unos instantes pero enseguida consiguieron conciliar el sueño.
A las 7.30 horas, los más madrugadores estaban ya en pie, así que nos fuimos vistiendo y pasando por el baño, por pequeños grupos. Cuando vinieron a levantarnos (la hora era las 8.30) ya estábamos preparadísimos, ja, ja, ja.
El viernes, cada equipo realizó las tareas de granja correspondientes al espacio que no habían visitado y tras ellas, otro taller de cocina. Esta vez un riquísimo pan de aceite, que nos trajimos para poder merendar a la llegada al cole. Asun fue trabajando el tema de los cereales y la transformación de los distintos ingredientes que componían la receta, así como la fermentación de la levadura, la diferencia de recetas entre distintos países … La visita al antiguo molino de harina que hay en el pueblo no se llevó a cabo, ya que las instalaciones permanecen cerradas al público en la actualidad.
El tiempo que nos quedaba hasta el almuerzo (al no habernos trasladado hasta el pueblo) lo empleamos en fabricar unos aromáticos jabones artesanales. Realizamos todo el proceso desde el reciclaje del aceite usado ,hasta la obtención de las figuritas que hoy se llevarán a casa.
Tras un reponedor almuerzo disfrutamos de un ratito de juegos en el patio, mientras esperamos que nuestro autobús nos recogiera.
Aquí os dejo una extensa crónica fotográfica de nuestra experiencia, que espero que os acerque un poquito más a la realidad vivida.
Nota: Hoy comenzamos el período de clases hasta las 15.00, así que hemos ajustado los horarios de los distintos talleres y especialistas, para aprovechar el tiempo al máximo. Hoy llevamos a cabo la primera sesión de un taller creativo, que representará lo que a cada uno/a le gustó más de la salida.
¡Espero que el vídeo os guste tanto como a vuestros peques!,
P.D: He detectado un par de erratas en el vídeo (acabo de verlo «tranquila»). Los rosquillos los hicieron por la tarde tal y como indico en el texto, anoche se ve que no daba para más, je. Y en las fotos individuales del final, me he saltado a David, ¡lo siento!.
Un fuerte abrazo,
Esther Justicia.