Con este trabajo nos proponemos varios objetivos. Queremos trabajar el volumen y potenciar la inventiva a partir de materiales naturales reciclados.
La naturaleza nos ofrece infinidad de materiales de desecho, materiales no estructurados que ofrecen múltiples alternativas lúdicas y expresivas. Cuando paseamos por el campo, prestamos atención a lo que tenemos alrededor y podemos encontrar materiales diversos como cortezas de árbol, palos, semillas, vainas, rocas, hojas. El cambio de estación, el viento, la lluvia, los animales, desplazan estos elementos de su ubicación inicial, modifican sus colores, sus texturas y nos regalan un amplio abanico de posibilidades visuales.
Este mismo efecto se produce a orillas del mar, sus movimientos movilizan gran cantidad de materiales con texturas y colores variados. Cuando ponemos todo el material encima de la mesa, el color y las texturas conviven con las formas. Los diferentes elementos aportan a los niños infinidad de imágenes mentales. Cada uno de los elementos les sugiere una idea.
Pasan un rato manipulando los materiales, tanteando opciones diferentes, compartiendo alternativas cuando dos quieren lo mismo.
Sus creaciones van tomando forman y surge así el «avita bicho, el ciervo, el erizo negri, el árbol de la playa, el tritón de mar, la casa de los bichos, minimaus, el monstruo de conchas, el huevo de colores, toboganes de agua, la varita mágica, un osito, el flamenco Ulises, un cierbil, el dragón Oraz, mil amorfo y el sint sisne».
Consideraron distintas posibilidades, disfrutaron y crearon unas simpáticas esculturas con materiales recogidos de la propia naturaleza; la mayoría de estos materiales, cuando su función finalice, los podéis reciclar en el huerto, el jardín o incluso como adorno de algunas macetas.
Ana Martín