Cuando trabajamos la arcilla, fundamentalmente aprendemos diferentes técnicas para modelarla. Además, hay algo muy importante que aprendemos cuando queremos convertirla en una pieza de cerámica: a tener paciencia. Ha pasado un mes desde que comenzamos el trabajo:
Esperamos el secado y la cochura:
Esmaltamos las piezas:
Y volvimos a cocer el esmalte:
Cuando abrimos el horno siempre hay un motivo de asombro.
La arcilla es uno de los materiales más demandados por los alumnos para trabajar en Plástica. Esta tierra, fruto del envejecimiento geológico de la tierra, les ofrece una oportunidad para manejar un material blando y húmedo y experimentar cómo reacciona ante sus manipulaciones.
Para poder trabajar bien la arcilla es necesario ir apreciando sus cualidades y diferenciarla de la plastilina. Deben familiarizarse con sus propiedades y conocer, por medio del ensayo, tanto las posibilidades como las dificultades que ésta ofrece.
Hay que tener en cuenta que la arcilla se puede convertir en cerámica si aprendemos a combinar, en el proceso de trabajo, los cuatro elementos de la naturaleza. La tierra y el agua, presentes en su composición; el aire para secarla y el fuego para cocerla.
Cuando todo este proceso finaliza los trabajos adquieren gran consistencia y pueden ser utilizados. Proceso que es lento y nos enseña a tener paciencia. En el colegio tenemos un horno para cerámica y cocemos la arcilla roja a 980º C.