Los alumnos de segundo habían estado trabajando en su cuaderno de escritura sobre la historia de un monstruo. Pensamos que sería interesante que cada uno pudiera construir su monstruo con arcilla. Usamos en esta ocasión arcilla negra.
A medida que modelaban, sus manos se iban impregnando del negro limo, algunos se embadurnaban concienzuda y afanosamente. La arcilla negra es muy dúctil y maleable, su tacto es muy agradable. Los personajes iban surgiendo, algunos parecidos a los que dibujaron en su libreta, otros nuevos.
Modelaron también pequeños recipientes y objetos. Me sorprendió gratamente que recordaban algunas cuestiones técnicas como el pegado, el grosor o el vaciado de las piezas.
Decidimos que nuestros monstruos tenían que brillar. Tras la primera cochura procedimos a darles un baño de esmalte que completamos con la incorporación de algunos cristales, para proporcionarles efectos especiales.
Cuando los monstruos salieron del horno, pensamos ponerles un nombre y contar algo sobre ellos, y lo que más les gustó, hacerles un habitáculo donde vivir.
Tenemos el monstruo que vive bajo la cama, en un árbol, en una cueva, en un ladrillo, en el jardín, en el frigorífico, en una casa, en un volcán, en mi armario, en el supermercado…
Cartones, tetrabrick, cajas, fueron tomando forma para dar paso a estas simpáticas casas de monstruos.
Ana Martín