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EMOCIONES

La clase de primero se ha llenado de emociones. Ya durante la semana había aparecido entre ellos, la emoción del miedo. Miedo a los monstruos, miedo a las pesadillas.

Reales o imaginarios cada niño reacciona de una forma  diferente. Para algunos la reacción ante los miedos se convierte en pesadillas, otros se posicionan ante ellas  con cierto desdén o se buscan estrategias para burlar a los monstruos cuando aparecen.

 

En este clima de emociones decidimos dibujar rostros que expresen diferentes emociones positivas, negativas o incluso aquellas que son un tanto ambiguas como la sorpresa.

Las expresiones faciales asociadas a una emoción particular se han desarrollado en el ser humano, en respuesta a alguna razón específica. Fueron útiles para ayudar a nuestros ancestros a sobrevivir y se han perpetuado en la especie humana adoptando un carácter universal. Las expresiones evolucionaron, se convirtieron en parte del lenguaje no verbal y cumplen una función social.

Enseñar a los niños a reconocer y gestionar sus emociones, les permite incrementar la percepción de control sobre lo que les ocurre. Compartir las emociones con los demás es fundamental. Perciben que a otros compañeros les ocurre lo mismo. Interaccionan con experiencias comunes que les ayudan en su desarrollo como grupo, además es fundamental para un adecuado desarrollo de su autoestima y autoconcepto.

Ana Martín

¿DÓNDE ESTAN LAS EMOCIONES?

En el contexto social, el reconocimiento de las emociones en los demás,  supone la captación e integración de los aspectos físicos relativos a los movimientos de los músculos faciales de aquellas personas con las que convivimos.

Llevamos tiempo parapetados tras una máscara que, para relajación de los tímidos, nos ha privado de la mayoría de los indicativos de las expresiones faciales.

Lo que no vemos, parece que no existe. ¿Acaso nuestras emociones han desaparecido a los ojos de los demás? ¿Está influyendo esta hibernación facial en la comunicación con los otros? Cada día somos más conscientes del camuflaje al que se han visto sometidas las señales emocionales.

Cierto es que la percepción visual no se produce de manera pasiva y automática y que construimos la información que recibimos y, participamos en la percepción de aquello que estamos viendo a través de nuestras motivaciones,  de las expectativas que proyectamos o, incluso,  de las experiencias previas que tengamos.

Necesitamos indagar y localizar nuestras propias efervescencias emocionales, de tal manera que el contexto de entrega y recepción se enriquezca.

Los alumnos de tercero han indagado sobre aquellas emociones que forman parte de sus vivencias.  Hablamos de la diferencia entre los sentimientos y las emociones y decidimos dibujar aquellas que son significativas para cada uno de los alumnos.

El reconocimiento de nuestros estados emocionales nos proporciona información sobre nosotros mismos, impulsa el auto-conicimiento. Como seres sociales que somos, la regulación y el autocontrol emocional facilitan la adaptación externa al medio cultural y contribuyen  en la construcción de la identidad social.

Ana Martín

ROSTROS-EMOCIONES

Mónica enfadada. Mi abuelo está contento.

Yo estoy patidifuso. Sofía tiene vergüenza.

Mi prima tiene miedo. Michael J. está triste.

Víctor está sorprendido. Una niña pensativa.

Yo con asco. Ángela está aburrida.

Yo asustado. Candela está llorando.

Yo tranquilo. Soy yo y estoy enamorada.

Yo serio. Guille enfadado.

Ponerle nombre a una emoción ayuda a reconocerla. Con esta actividad, trabajamos el rostro humano expresando una emoción o sentimiento. Cada alumno elige la persona que quiere dibujar y lo que quiere expresar a través del rostro.

La mayoría de los rostros expresan emociones básicas: miedo, tristeza, alegría, sorpresa. Las emociones son estados complejos de nuestra afectividad, en ellas, se implican componentes cognitivos, afectivos y fisiológicos siendo difícil distinguir los efectos que sobre nosotros causan.

Abordar este tema, nos prepara poco a poco, en una sana expresión afectiva. Cuando dibujamos, además, podríamos decir que les ponemos rostro a las emociones.

Ana Martín