PERSONAS
ANIMALES
VIVIENDAS
NATURALEZA
PERSONAJES
Quiero compartir con vosotros las imágenes que encontré en el cuaderno de artística en el grupo de primero. Les dije que les había hecho fotos a sus dibujos y me dieron las gracias.
Ana Martín
PERSONAS
ANIMALES
VIVIENDAS
NATURALEZA
PERSONAJES
Quiero compartir con vosotros las imágenes que encontré en el cuaderno de artística en el grupo de primero. Les dije que les había hecho fotos a sus dibujos y me dieron las gracias.
Ana Martín
La experiencia del autorretrato en primaria, se desarrolla a lo largo de seis años. Mis alumnos me preguntan porqué lo realizamos todos los años; la mayoría de ellos lo viven como una situación estresante, sobre todo a partir del segundo ciclo. Defiendo este trabajo ante mis alumnos, la experiencia de todos estos años me lleva a motivarles en la superación de los inconvenientes y cada año me reafirmo en lo positivo de esta tarea. Realizar el autorretrato les ayuda en varios aspectos:
Cada año guardo los trabajos del autorretrato, cuando llegan a sexto se los entrego.
En el momento de repartir los trabajos, se produce una explosión de sentimientos, risas, asombro, incomodidad por el trabajo realizado años atrás, críticas personales al niño que fueron. Analizan los trabajos, los muestran a sus compañeros, o tratan de ocultarlos. Hablamos sobre la aceptación de cada etapa, sobre la validez de la superación personal mediante el trabajo. Poco a poco va llegando la calma, todos los sentimientos encuentran un equilibrio y disfrutan organizando sus autorretratos en la cartulina. Vivir estos momentos junto a ellos, se convierte en una experiencia extraordinaria.
Ana Martín
El autorretrato, en el grupo de sexto, supone un gran desafío personal. El curso pasado, la mayoría mostraban la necesidad de ejecutar su dibujo de forma realista. Ahora es para todos una necesidad ineludible y auto-impuesta. Para conseguirlo, toman medidas de su cara representada en una foto; hacen varios bocetos; aplican lo que aprendieron sobre las diversas partes del rostro; repiten el trabajo, si lo consideran necesario. En lo que se muestran cautos es en la aplicación del color, por eso sus dibujos aparecen tenues o incluso en blanco y negro.
Durante el proceso, van superando el miedo a que su dibujo no cumpla sus expectativas, a no reconocerse en él. Algunos comentan: -¡Si me parezco a mi hermano!-, -¡Este no soy yo, es mi padre!-. Observando sus trabajos parece que abrimos una ventana al futuro. El autorretrato es uno de los temas más difíciles a los que ha de enfrentarse un artista. Los alumnos de sexto, han plasmado los rasgos físicos de su rostro; y aún partiendo de la pose hierática de su foto, observando sus ojos, cada mirada me trasmite una expresión diferente.
Para concluir las alusiones a los autorretratos literarios, he escogido el autorretrato, que a modo de epitafio, escribió el poeta chileno Nicanor Parra. Me llama la atención la inclusión de sus progenitores, la combinación de lo físico y lo psíquico en un tono de autocrítica. Por un lado, resulta cómica la descripción de su físico y dual la de su psique, casi burlesca.
De estatura mediana, Con una voz ni delgada ni gruesa, Hijo mayor de profesor primario Y de una modista de trastienda; Flaco de nacimiento Aunque devoto de la buena mesa; De mejillas escuálidas Y de más bien abundantes orejas; Con un rostro cuadrado En que los ojos se abren apenas Y una nariz de boxeador mulato Baja a la boca de ídolo azteca -Todo esto bañado Por una luz entre irónica y pérfida - Ni muy listo ni tonto de remate Fui lo que fui: una mezcla De vinagre y de aceite de comer ¡Un embutido de ángel y bestia!
Obra gruesa, Nicanor Parra, 1969.
Ana Martín
Partiendo de una foto personal, los alumnos de quinto han hecho un gran ejercicio en el encuadre y composición de su rostro. Han prestado atención a los ojos, las cejas, la nariz, la boca, los labios, el color de su piel y de su pelo.
Durante la realización del autorretrato surgieron muchas dudas sobre cómo hacer las diferentes partes del rostro. En esta edad, sienten la imperiosa necesidad de conseguir un dibujo lo más realista posible. Para poder ensayar, dedicamos la siguiente sesión a la ejecución de diferentes bocetos. Os muestro algunos de los trabajos que realizaron.
«Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios, colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; […] La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo oscurece la nieve, la color mezclada, cual ella la escogió para sí. «
La Celestina, Fernando de Rojas.
Ana Martín
En el grupo de segundo, para el diseño del autorretrato, realizamos una combinación entre la prosopografía y la etopeya literaria.
Los rasgos físicos, la apariencia externa se resuelven mediante el dibujo; además, cada alumno añade debajo de su rostro, una descripción de sus rasgos psicológicos, su manera de ser, de actuar, sus gustos…
Indagamos de esta forma, en lo personal, en temas relacionados con la vida de los alumnos, en sus ideas o sentimientos sobre ellos mismos; y todo ello en un intento de autoconocimiento.
-«Pienso en hacer lo correcto»- «Lo mío es sonreír»- «Lo que más me gusta es estar con mi hermana y mis titas favoritas»- «Soy nervioso» -«Me gusta ser buena»- «Me gusta quedarme sentado leyendo»- «Soy tranquilo y amable.»
«Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo…..»
Minicuento “El Otro Yo”, Mario Benedetti
Ana Martín