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MODELADO EN ARCILLA BLANCA

El grupo de primero ha disfrutado de varias sesiones de modelado en arcilla blanca.

Instintivamente la manipulación de la arcilla les lleva a amasarla, aplastarla, estirarla, comprimirla; acciones mediante las que producen formas tales como churros, tortas, bolas, montañas… Durante este proceso experimentan, añaden, separan, modifican, reestructuran.

En la interacción con la arcilla hay una reciprocidad, cualquier movimiento produce un efecto en la arcilla, y  en ese contexto  se van capacitando para  aprovechar sus cualidades.

Esmaltamos con pigmentos cerámicos. Cocemos a 980º C.

Quedan impresionados ante los resultados.

Ana Martín

OTOÑO

El grupo de quinto ha organizado el cartel que anuncia la fiesta del otoño.

Han preparado un montaje para la poesía de Luis García Montero, que van a recitar por la mañana, en el encuentro literario. Hemos aprovechado la ocasión para trabajar con pincel y tinta china. Cada uno de los versos se han rotulado con la tinta.

SEXTO

Preparan los carteles para la actuación del viernes.

Las hojas que el grupo de sexto ha realizado,  servirán para adornar la camiseta que vestirán en el encuentro literario.

Cada alumno cose en su camiseta las hojas que ha decorado.

Ana Martín

OTOÑO

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

«Otoño», Juan Ramón Jiménez.

TERCERO

Árboles y hojas son las protagonistas de nuestro trabajo. Aprovechamos la ocasión para trabajar los matices del color. Sobre papel reciclado dibujamos hojas, señalamos sus nervaduras y coloreamos  tratando de imitar los tonos otoñales.

CUARTO

El grupo de cuarto se ha centrado en los frutos. Hemos estado trabajando el círculo cromático. Partiendo de los colores primarios, cada alumno elabora  las gamas y los tonos de color que necesita para colorear su dibujo.

Ana Martín

OTOÑO

En nuestro colegio, el otoño tiene un protagonismo especial. Aunque para los alumnos supone el inicio del curso, el primer trimestre de trabajo; para la naturaleza supone una época de madurez, de recogida de frutos, de descanso ante la estación invernal.

Los árboles del jardín donan sus hojas más preciadas, acolchando el suelo. Los frutos maduros descienden  abonando la tierra. Nos encontramos rodeados por la Vega granadina, visitada por los alumnos cada otoño. Maíz, espárragos, castañas, nueces, granadas, membrillos, caquis…Me traen muestras vegetales de su recorrido:

Con todo lo traído, con material de nuestro jardín y las hojas decoradas por ellos, hacemos un mural conjunto.

PRIMERO

Aprovechamos algunos materiales para crear diversos «bichos».

SEGUNDO

Las hojas y la instalación nos servirán para el decorado de la fiesta de otoño.

En clase de artística ilustraron las greguerías que presentarán en el encuentro literario del viernes.

Ana Martín

PALMATORIAS

Se aproximan los primeros días de Noviembre. Recuerdos de mi infancia me evocan imágenes de cómo los mayores rendían culto a los familiares muertos. El cementerio engalanado con flores y velas se manifestaba calmado y bello para recibir el transito de los visitantes, adultos para rezar y niños a curiosear. Historias inéditas, relatos macabros de huesos y calaveras nos zambullían en noches en vela. Ahora, en la distancia de aquel recuerdo, me encuentro inmersa en una sociedad más laica, que no se muy bien cómo rinde culto a sus muertos.

La muerte como la vida es inherente al ser humano, independientemente de las creencias religiosas o culturales, estos hechos nos unifican a todos los seres. Universalmente existe una gran riqueza cultural producida por la diversidad de manifestaciones y rituales en torno a la muerte.

Considero que, apostar por un festejo globalizador centrado en la venta de productos para dar miedo, es reducir a la nada las tradiciones. Prefiero imaginar las flores y las velas en nuestros cementerios o a la catrina mexicana acompañada por Frida y el niño Diego. Tradiciones ancestrales, religiosas, paganas o mezcla de ambas pueden canalizar la idea de la mortalidad, que hemos relegado hasta hacerla invisible.

«Lloro porque recuerdo a mi abuelo muerto» decía una alumna que gemía desconsolada en el recreo. El sentimiento se apoderó del grupo de amigas que, como un coro de plañideras, en su llanto la  acompañaban.

La luz de las velas ilumina el camino a vivos y a muertos.  El temor y la incertidumbre de los niños no deben ser ignorados sino canalizados a través de las relaciones familiares.

Hemos trabajado con arcilla negra y decorado con cristal de colores y un baño de esmalte transparente, para facilitar su fundido.

Ana Martín