Trabajamos el movimiento del cuerpo humano inspirados, algunos en la obra del artista londinense Julian Opié, y otros en diversas actividades deportivas. Los personajes de Opié, de trazos simples y rasgos esquemáticos, muestran escenas de la vida cotidiana, personajes que pasean, que miran el móvil, que van de compras… Figuras sin rostro que nos ayudan a centrarnos en el movimiento. Esta práctica del movimiento fue posterior a los siguientes dibujos.
En estos dibujos nos centramos en el rostro, tal vez por eso sean figuras más estáticas.
Aquí la dinámica fue la siguiente. Les distribuí a cada alumno tres papeles, en cada uno de ellos estaban representados los ojos, la nariz y la boca, todos sacados del personajes del cómic. Con esos tres rasgos del rostro se tenían que inventar un personaje. Hubo unos instantes de agitación en la clase. Aquellos dibujos estaban condicionando la mente de los alumnos. Se debatían entre los personajes que ellos hubieran hecho y aquellos otros personajes que empezaban a aflorar en sus mentes. Los rasgos que les había dado producían otras alternativas en sus cerebros. Aceptaron el desafío de dejarse llevar, de fluir con las posibilidades que se estaban asomando en sus mentes. La tranquilidad llegó y se pusieron a dibujar, es más llegaron momentos muy simpáticos, Algunos, me decían : «Fíjate lo que me ha salido, es muy feo, que cara mas rara» Se mostraban sus personajes unos a otros y se reían. Quizás no fuesen tan perfectos como hubieran imaginado, pero aprendieron a ser más flexibles, a adaptarse a una realidad que les condicionaba. Aquellos ojos, junto a la nariz y la boca parecían que eran los directores de la actividad y los alumnos colaboraban en la tarea.
La práctica del movimiento la realizaron en otras sesión, ahora no era el rostro sino el cuerpo el que adquiría protagonismo.
Ana Martín