Antes de comenzar a dibujar, todos quisieron ir a mirarse al espejo.
Un sentimiento, mezcla de euforia y nerviosismo, se apodera de ellos. Cuando se asoman al espejo, les gusta hacerlo en grupo, se miran los unos a los otros y se acicalan como si les fuésemos a hacer una fotografía. «Me llevo el papel y me copio», decían algunos, pronto desisten y vuelven a la clase.
En el retrato literario, el autor, mediante un recurso teórico nos presenta al personaje, su físico y su personalidad quedará reflejada en un espejo de palabras.
“Tichborne era un esbelto caballero de aire envainado, con los rasgos agudos, la tez morena, el pelo negro y lacio, los ojos vivos y la palabra de una precisión ya molesta; Orton era un palurdo desbordante, de vasto abdomen, rasgos de una infinita vaguedad, cutis que tiraba a pecoso, pelo ensortijado castaño, ojos dormilones y conversación ausente o borrosa”.
Fragmento de El impostor inverosímil Tom Castro, Historias universal de la infamia, de Jorge Luis Borges.
Mediante el dibujo artístico los trazos, las sombras y el color son las únicas herramientas para tratar de reflejar nuestra personalidad física, no es tarea fácil, por ello la abordamos cada año.
Ana Martín