El grupo de segundo contribuye con sus trabajos a la decoración de los espacios de juego durante la fiesta de fin de curso.
Nos propusimos trabajar el tema de los miedos de una forma relajada y lúdica en la que cada niño pudiera compartir con su pareja una historia en la que aparecieran sus miedos. La fecha era apropiada, se aproximaba la salida de fin de curso. El grupo de segundo se siente experto en el tema de dormir fuera de casa una noche, es más, tienden a pensar que cualquier situación que les produzca miedo la van a superar. Aún así los peluches viajan en sus mochilas.
En la entrada de primero comenté acerca de los miedos infantiles. En el grupo de segundo persisten con las mismas características que en el de primero, sólo les separa un año. Aún así, las cosas que temen van alejándose de las fantasías y aproximándose a circunstancias u objetos más reales; los peligros y los daños físicos se van abriendo camino.
En sus producciones aparecen accidentes con vehículos, casas destruidas, terrores nocturnos, lobos, momias, fantasmas. Quizás ya son poseedores del imaginario colectivo de los terrores. Muchos de los miedos obedecen a patrones familiares o sociales adquiridos a través del modelado, es decir, mediante la observación de un modelo. Aquellos miedos que obedecen a un aprendizaje directo son muy difíciles de desechar. Muchas veces están centrados en cuestiones de la salud. La precaución y atención por parte del adulto debe ser la máxima, apuesto por ello, pero muchas veces los niños manifiestan un velo excesivo en aquellas situaciones que les pudieran afectar y, a veces, les limitan.
Como comenté en la entrada de primero, tener miedo es una de las emociones del ser humano, es un hecho universal común a toda cultura y a todos los tiempos. Aprender a superarlos es una tarea que hay que afrontar, hablar de ello y reconocerlos forma parte del ejercicio para vencerlos.
El grupo de segundo reconoce sus miedos y lo hacen de una forma divertida y compartida exponiéndolos en la fiesta.
Espero que paséis buen verano.
Ana Martín